Bajar a Segunda tiene muchas cosas
fastidiosas. Quizá la más grave es el orgullo herido. No ayuda a ese orgullo que
equipos habituales de Primera como Betis y Sevilla se encuentren en el
calendario con equipos históricamente débiles, contra los que nunca habrían
imaginado enfrentarse más allá de la
Copa del Rey.
Los descensos de nuestros clubes
les han llevado a verse las caras con el filial del Mallorca, el Universidad de
Las Palmas, el Leganés o el Lugo. Y el colmo de los colmos es cuando te mojan
la oreja. Aunque es curioso ver como equipos de perfil similar, como el
Villarreal, luego crecieron (de hecho acabamos jugando contra el Villarreal
“B”), y es que realmente no tendría por qué ser más honroso jugar contra el
Oviedo en Segunda B que contra el Orense en Segunda A.