Buenas
y elegantes tardes,
De
sobras es conocido el gusto que en esta casa procesamos a los jugadores con
bigotes, no por el mero hecho de que tengan pelo en la cara, sino por lo que
significan. Un jugador con bigote sabes que no te decepcionará sobre un
terreno de juego, no estará más pendiente de sus tatuajes, de sus gestos de
cara a la galería o de si lleva suficiente gomina como para que no se le salga un
pelo durante todo el partido. Podrá ser más bueno o más malo, pero se dejarán la piel, le sangrarán las rodillas y
le sudará el carajo jugar con un Mikasa que con un Jabulani. Son futbolistas de
otra pasta y sabiéndolo bien, los rectores de esta bitácora han decidido
tratarlos con todo tipo de honores cediéndome la entrada que supone el medio millar de ellas en amigos de
Colusso vs amigos de Kukleta (¡¡500 ya!!), así que vamos a darle un merecido
repaso y sincero homenaje a todos aquellos
distinguidos bigotudos que con mejor o peor fortuna pasaron por el Betis o el
Sevilla.
He
de aclarar que para la confección de esta memorabilia solo hemos tenido en
cuenta los futbolistas que jugaron en
los últimos 40 años en nuestros equipos, con especial atención a la época
dorada del bigote, esto viene a ser de 1975 a 1985 aproximadamente. Vale que
anteriormente a esta fecha posiblemente haya habido muchos jugadores que
lucieran mostacho (ya lo vimos en el caso de Soto Menaya), pero
abarcar los más de 100 años de historia de los clubes sevillanos se
antoja casi imposible, así que dejamos abiertos los comentarios para el
recuerdo de bigotudos omitidos ya sea por ser anterior a estas fechas o por un
despiste del que suscribe. Sin más dilación comencemos este repaso:
El
primer exponente de mostacho recio y señorial lo encontramos en Torres, jugador que solo jugó una
temporada (la 1970/71) en el Sevilla y que tan solo lució gallardo y orgulloso
su bigote en unos míseros ocho partidos. Ahí lo tenemos en la primera foto,
aspecto de hombre recto, raya delineada y expresión autoritaria. Si fuera tu
padre ten por seguro que no tendrías cojones de esconderle las notas.
Cuatro
eran los bigotes que el Sevilla podía alinear en la temporada del ascenso de
1974, el centrocampista Juan Fermín
(tercero por arriba); los defensas Bea
(cuarto por arriba) y el coriano Juanito,
que se inmortalizó con bigote para siempre en la alineación del partido que
supuso la vuelta al primera (foto que les mostramos arriba en segundo lugar)
queriendo festejar de esta manera el logro conseguido y por último el jugador
que está en primer lugar en la fila de abajo, que no, no es Vicente del Bosque.
Se trata del delantero Cantudo, uno
de los clásicos bigotes del fútbol español en los 70.
Ya
a finales de la década de los 70 participaron de manera casi testimonial el zaguero Juan José (segundo por abajo) y el portero Valero, cuya curiosa historia ya les fue relatada en su día.
No
podíamos dejar fuera de esta relación de aspirantes a rudos y varoniles a aquel mediapunta de barba cerrada y salvaje más propia de
un cavernícola que de un deportista profesional que era Sánchez Barrios y que aun hoy luce orgullosa su barba a pesar de los años. Y es que amigos, si
uno lució barba en los 70, ya jamás volverá a tener solo piel en su cara.
Mención
especial merece el Sevilla de la 1978/79 (temporada a la que pertenece esta
foto) en la que era bastante habitual ver no a uno; ni a dos; ni a tres (¿sino a tres?),
sino a cuatro bigotes juntos sobre el campo, tales como Antonio Álvarez, que se dejó bigote durante una época; los
uruguayos Gerolami y Gustavo Fernández y el utrerano Yiyi. A pesar del evidente buen gusto
estilístico, parece que tanto bigote no infundió mucho respeto a los rivales ya
que el Sevilla quedó clasificado en una insulsa undécima posición.
Sinceramente,
por alguna razón siempre he tenido la sensación que el Betis de los 70 fue
mucho más proclive al bigote, no sé por qué. El caso es que al buscar jugadores
verdiblancos de esta época, apenas he podido encontrar seis ejemplos de
jugadores con esta característica, eso sí, algunos tan míticos como Cobo, aquel férreo marcador encargado de levantar como capitán del equipo y para toda una
generación de béticos que nunca había visto a su equipo ganar un título, la
mítica I Copa de SM el Rey de 1977. Final que también jugó otro mito como Megido, uno de los primeros rudos y
varoniles que aparecieron en esta página y que dejó inmortalizada su cabellera
leonina y su bigote (que aun hoy conserva) en la foto de la final.
Un
par de años después llegó al Betis otro absoluto clásico como Antolín Ortega, cuyo look también ha
sido objeto de análisis por nuestro prestigioso equipo de
investigaciones de involución capilar,
por lo que dejamos referido al enlace su análisis.
Menos
suerte tuvieron en el Betis Antonio
Oliveira, que luego
volvería a lucir su bigote como entrenador en una brevísima etapa; su
compatriota Alinho, que fue descartado a las pocas semanas
de fichar por el Betis y uno de esos clásicos de los que a todos se nos viene a
la cabeza cuando pensamos en los míticos mostachos del balompié: el
recientemente fallecido Ramón
Blanco, que
curiosamente, decidió empezar a lucir bigote durante su etapa bética. Todos han
sido objeto de mención en la web.
Aun
menos fueron los futbolistas que lucieron bigote en el Betis en los 80, aunque
algunos tan notables como el primer rudo y varonil que apareció por
estos lares, la leyenda
cadista, el Beckenbauer de la Bahía: Carmelo Navarro.
En
la temporada 1988/89 y procedente del Barcelona llegaron al Betis el también analizado por nuestros
traviesos chicos de involución capilar,
Ramón Calderé y Juan
Carlos Rojo, siendo
dos claros refuerzos en la línea de aumentar la testosterona del equipo,
huérfana quizás por la marcha un par de años antes del casi inédito Barroso, al que vemos en la última foto.
El
Sevilla de los ochenta tampoco es que fuera especialmente proclive a los
bigotes, sin embargo entre los futbolistas que jugaron durante aquella década
nos encontramos a dos incondicionales de los mostachos españoles, como Fernando Peralta y un hombre que a
pesar de ser un veinteañero tenía aspecto de director de sucursal bancaria con
varios ejercicios a su espalda: Luis
De la Fuente, aunque
a favor del primero y en contra del segundo hemos de decir que durante toda su
trayectoria el ex guardián de la portería nervionense jamás renunció a su inconfundible look, honor del que
De la Fuente no podrá presumir nunca.
El
paso del brasileño Josimar fue un autentico bluff en
cuanto a fútbol se refiere, pero su bigote haría las delicias del narco
colombiano más exigente, aunque bien podríamos echarlo a pelear perfectamente en
un duelo a cuchillo con del primer Antoñito
que visitó la camiseta hispalense (el de la última foto).
En
esta década se empieza a vislumbrar un poco el futuro del vello facial en los
hombres, con ejemplos como lo la media barba perfectamente cuidada que lucía el
uruguayo Carlos Amaro Nadal o el horroroso
experimento al que se sometió Jiménez
con ese incipiente bigotillo de aire chicano que gracias a dios no mantuvo
durante mucho tiempo.
Los
noventa son definitivamente el principio del fin del bigote en nuestro fútbol.
Se impone la moda del afeitado y apenas hay ejemplos más allá de los
infatigables que ya jugaran en los ochenta, aun así encontramos dos de los
últimos bastiones del bigote en esta época de tan maravilloso recuerdo como el
polaco Kowaclzyk y su inconfundible bigote de galán de
telenovela que aun hoy conserva una imborrable presencia entre los aficionados
del Villamarín, inspirando arte y tronío en el diseño más vanguardista de
camisetas y por supuesto todo un mito en estas lides como Sánchez Jara, con cuyo artículo tuve el honor de hacer mi primera aparición en los
dominios colussokukletiles y que igualmente ha resultado ser el instigador de
las tendencias más rabiosamente actuales.
El
último jugador sevillista en lucir feliz mostacho mondo y lirondo fue la Cobra Axel, ya que desde entonces apenas hemos
podido contemplar tentativas como la perilla de aires arábigos de Tarik
Oulida, experimentos
tan marcianos como el bigote en la cabeza del extravagante Ivica
Mornar o ver desde
la lejanía como un ex de los tuyos como Salguero
decide dejarse un ridículo bigotillo que le sentaba realmente mal… y es que no
todo el mundo ha nacido para tener bigote.
No
queremos (ni debemos) dejar de un lado en este profundo análisis a los
entrenadores. Quizás no han sido muchos, pero desde luego todo aquel morador de
un banquillo sevillano que ha lucido bigote siempre ha tenido un plus de
carisma con respecto a otros inquilinos.
El
bigote nº 1 de todos los que han pisado el césped del Pizjuán es sin lugar a
dudas el de Xabier
Azkargorta, solo
hace falta echarle un vistazo para saber por qué. Poblado, frondoso, de aire
colonial… Una autentica joya. El último
en lucirlo ha sido el recientemente homenajeado Fernando
Castro Santos hace ya la friolera de 13 años.
Los
béticos pueden decir que subieron a primera en la temporada 1993/94 “por
bigotes”, ya que os fueron los entrenadores que tuvieron los heliopolitanos
aquella temporada y los dos lucían mostacho, el primero fue el yugoslavo Sergio
Kresic que en la
jornada 26 dejó su puesto a Lorenzo
Serra Ferrer, que no solo consiguió ascender al Betis, si no que quizás sea
considerado el mejor entrenador de la historia moderna bética.
Mención aparte merece la
llamada maldición del bigote del
portugués Antonio Oliveira, maldición por la cual si eres portugués, te
llamas Antonio Oliveira y luces bigote, tu pretemporada será completamente
convulsa, por no decir que una puta mierda y fracasarás en el fútbol sevillano.
El primero sufrir en sus carnes dicha condena fue el ex sevillista Toni, que agosto de 1995 tuvo
que ver como de golpe y porrazo le enviaban al equipo a 2ªB. Tres años más
tarde le tocó el turno al Betis que tras la espantá
de Luis Aragonés contrató al ya mencionado ex jugador Antonio
Oliveira y el cual,
preso de la maldición, no llegó ni a empezar la temporada debido a una bronca con
Lopera.
Y
esto es lo que se dice el FIN del bigote propiamente dicho en nuestro fútbol,
ya que desde hace unos 15 años parece que impera el “donde hay pelito hay
delito” y ya no quedan futbolistas que quieran salirse de los cánones estéticos
actuales de nuestro balompié, homenajeando de esta manera a aquellos hombres
para los que su aspecto físico constituía una preocupación claramente menor
ante la batalla a la que se sometían al saltar al terreno de juego. Durante
todo el siglo XXI el único atisbo de bigote que hemos podido ver han sido
perillas más o menos bien perfiladas más
propias del cantante de Camela, como las de Pablo Alfaro (del que fue una pena que no se dejara bigote. Le
hubiera sentado como un guante, dándole un aire cuasi místico) o César
De la Loma (¿Iría a
retocarse las patillas junto a la Jesulina?); un poco más descuidadas como las
que han lucido Jesuli, Zokora o Jesús Navas (quién te iba a ti a decir,
Jesús, que ibas a salir en un especial bigotes de la Liga… definitivamente
nuestro fútbol se ha amariconao) o
las barbas pobladas pero sin ningún aprecio por la estética como la que ha
lucido hasta hace bien poco Cañas.
Pues
esto es todo, tengan ustedes una buena tarde, espero que les haya gustado y si
se van a dejar bigote, no lo duden: Siempre es una buena opción. Yo lo luzco orgulloso.
500 posts vienen a ser 1500 páginas.
ResponderEliminarSe dice pronto pero hemos montado la enciclopedia del fútbol sevillano underground.
Jajaja completamente de acuerdo con lo de la enciclopedia del fútbol sevillano underground!! Me encanta!
ResponderEliminarEso si, le quitas las citas célebres, los comecocos, los autobombos y alguna cosilla más y te saldrán menos páginas seguro... algún día tendremos que recopilarlo todo y hacernos un libro para nuestro disfrute
En el mundo del baloncesto está el caso de Vlade Divac: barba durante toda su carrera deportiva.
ResponderEliminarY no olvidemos a Stojakovic, que se la cuidaba (un poquito, eso sí).
PD: Hay un parecido razonable con Carmelo, Jake "The snake" Roberts...
Bravo!
ResponderEliminarLas perillas perfiladas en los primeros años del s XXI es lo que los bigotes fueron a los 80
A por otros 500 del tirón...!!
ResponderEliminarMucho bigote, mucho bigote (¡gustamos del bigote, cierto!) pero aquí nadie se deja o dejó unas buenas patillas como mandan los cánones. Tal es el caso del goleador del Oviedo Diego Cervero.
ResponderEliminarPD: La Cobra Axel simpre me recuerda a Vampeta (y sus posados).
BONUS TRACK: http://estaticos02.marca.com/imagenes/2011/11/23/futbol/futbol_internacional/america/1322054407_extras_noticia_foton_7_2.jpg
Maravillosa entrada. Todos debemos dejarnos bigote. Yo me lo estoy dejando ya.
ResponderEliminarSi me dejo una perilla a lo Shaggy de Scooby Doo, ¿se acepta pulpo como animal de compañía?
ResponderEliminarayer tube biberon en gran plaza. hy busco biberon gratis zona gran plaza
ResponderEliminar¿Y el del biberón tenía bigote?
ResponderEliminarbusco biberon gratis yo tenngo bigote ensima la pirola zona gran plazaa nerbion
ResponderEliminarGran artículo,como siempre.
ResponderEliminarAparte de los bigotes,otro aspecto propio de jugadores de la época pre-metrosexual son las calvas.Propongo un artículo similar con calvos ilustres del fútbol sevillano.
Primera calva ilustre:el gran Rafa Paz!!!!
No he visto por ningún sitio el bigote del gran Fernando Peralta...
ResponderEliminar¿Cómo que no Pedro? Mira en la 5ª foto recopilatoria, ahí está el tio el primero y justo debajo alabamos su incondicionalidad por el bigote!
ResponderEliminarSiendo shiquetito, mi padre me llevo a la tienda del mítico Antolín Ortega a comprarme una equitación completa del Sevilla.
ResponderEliminarSuerte fue, que el aguerrido defensa andaba por allí, para que la provocación de mi santo padre fuese aun mayor.
Cuando Vi a Ortega en persona,ya lo había visto en el campo de fútbol, le dije a mi padre: Papa vámonos (con evidente acojone)
Y eso es fútbol y bigotes
Jajajaja fantástica anécdota McMinn, aunque ahora al verlo calvo no debe dar tanto miedo!
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