La
firma invitada es sin duda una de nuestras secciones más enriquecedoras. La temática libre y la
diversidad de los camaradas que participan en esta web hacen que los artículos
con los que nuestros amigos tienen a bien brindarnos sean completamente inverosímiles
y escondan historias tan desconocidas para el gran público e imprescindibles
para el buen aficionado como la que nos ofrece hoy nuestro último invitado para
este 2013: J. Julián Fernández S (@JJulianFdezS
en twitter) al que podemos leer en Vavel.com
en diversas retrospectivas de partidos e historias verdiblancas, así como en la
sección “Yo jugué en el Betis” (por razones obvias nuestra favorita) en la cual
se recuerdan a distintos jugadores que pasaron por el Real Betis, como por
ejemplo y así a boleo nuestro “gurú” Kukleta
(artículo en el que además tiene el buen gusto de nombrarnos, hecho no
demasiado habitual y que agradecemos enormemente). A J. Julián también lo podemos
leer en El Contraguía, en Betisweb y a partir de hoy y dado a que muy
amablemente aceptó nuestra invitación, lo cual le agradecemos enormemente, en
Amigos de Colusso vs Amigos de Kukleta. No me enrollo más y os dejo con su
artículo sobre Manuel Domínguez. Que lo disfruten.
En
Heliópolis, hablar de los años 40 y 50 es hacerlo de la época más dura de
cuantas ha vivido el Real Betis. No en vano, el club, que había sido campeón de
Liga en 1935, pasó en pocos años a vagar por el ‘desierto’ de Segunda y hasta
Tercera, experimentando una gravísima crisis económica que a punto estuvo de
poner fin a su historia. No obstante, y gracias a su afición, la escuadra de
las trece barras salió adelante, forjándose el mito del ‘Manquepierda’, a medio
camino entre el orgullo y el amor incondicional a unos colores.
Y
precisamente por aquella época apareció en escena un futbolista que, aunque
muchos no lo sepan, ha pasado a la posteridad entre los muchos delanteros que
han jugado en La Palmera. Su nombre, Manuel Domínguez Sánchez, y su carta de
presentación, la de ser el máximo artillero del conjunto del Villamarín en sus
106 años de vida, con un total de 94 tantos en partido oficial, una cifra a la
que sólo se ha acercado el mítico Hipólito Rincón, que se quedó en 93.
La
historia de este voraz atacante comenzó en Santander, donde nació el 26 de
agosto de 1927. Pronto, su familia se trasladó a Sevilla, donde, desde muy
pequeño, comenzó a desenvolverse con un balón en los pies. Al poco, comenzó a
tener relación con el Betis, pasando por filiales suyos de la época como el
Calavera o el Triana Balompié. A éste último llegó en 1943, con apenas 16 años
y con fama de ser un auténtico ‘matador’. En 1944, y para que se foguease un
poco más, fue cedido al Hispano Aviación, dando el salto a Heliópolis en 1945.
Por
entonces, la escuadra de las trece barras purgaba sus pecados en Segunda y
Domínguez, que acababa de llegar a la mayoría de edad, se convirtió en un
suplente habitual, teniendo pocas oportunidades. De este modo, apenas contó en
la 45/46 y poco pudo hacer para evitar el descenso a Tercera al final de la
campaña 46/47, tras la cual hizo las maletas y se marchó al Jerez, donde
encontró la continuidad que necesitaba y comenzó a responder con goles sobre el
terreno de juego.
Ésto
le abrió las puertas del Recreativo de Huelva, al que arribó al inicio de la
47/48 y en el que se convirtió en fundamental durante dos temporadas. De hecho,
sus registros hicieron que el Betis volviese a fijarse en él, pagando la para
nada despreciable cifra de 35.000 pesetas de la época por su fichaje. Con ello,
se convirtió en la principal apuesta de la directiva presidida por Pascual
Aparicio para el reto de volver a Segunda.
Y
Domínguez no solo estuvo a la altura de las expectativas, sino que incluso las
superó. Cerró la fase regular con un total de 47 dianas, más de la mitad de las
95 que sumó el equipo, que logró meterse en la liguilla para subir tras hacerse
con la segunda plaza, superado únicamente por el Recreativo. Más tarde, en la
siguiente fase, el ariete siguió viendo portería con suma facilidad, anotando
15 nuevos tantos que elevaron su global a 62, una cifra que ningún otro jugador
pudo igualar en cualquier otra categoría. Pese a todo, los verdiblancos no
dieron la talla, quedando terceros en su grupo, tras Atlético Baleares y
Alicante, quedándose en Tercera.
Sea
como fuere, no fueron pocos los equipos que se fijaron en el atacante, a quien
la directiva, pese a la importante crisis económica que azotaba al club, decidió
retener a toda costa. Aunque los problemas institucionales, con tres
presidentes en la misma temporada, y el cambio de normativa, que solo permitía
luchar por el ascenso al primer clasificado y establecía un total de once
descensos, complicaron todo demasiado. Al final, el equipo logró no pasar
apuros, quedando tercero, pero los números del delantero cántabro bajaron de
manera clara y contundente.
Es
más, incluso comenzaron a generarse las primeras dudas en torno a su
rendimiento. No eran pocos los que echaban de menos la puntería que exhibió
durante la 50/51 y algunos decían que el hecho de que la directiva no le
hubiese dejado salir se había dejado sentir en su rendimiento, ya que no fue ni
mucho menos el mismo. Tampoco en la 52/53, en la que, pese a arrancar con
muchísima fuerza y hasta protagonizar la mayor goleada de su historia, con un
11-0 al Úbeda, la escuadra de las trece barras acabó quinta y lejos de la pelea
por subir.
Aquello
acabó con la paciencia de Domínguez, cuyo número de críticos crecía día a día.
De este modo, decidió poner fin a su periplo como verdiblanco, que cerró con
una cifra estratosférica de goles, 94, que jamás ha sido igualada pese a que
han pasado ya 60 años desde su adiós. No obstante, el hecho de que todos tuviesen
lugar en Tercera, en campos de albero y en una época en la que la cobertura
mediática no estaba demasiado desarrollada provocó que su figura haya pasado
más desapercibida de la cuenta, acabando sumida en un ostracismo que hace
incluso difícil recomponer el resto de su carrera.
De
hecho, se sabe que ésta continuó durante las tres siguientes campañas en el
Extremadura, desde donde vio al Betis regresar a la Categoría de Plata en 1954,
y que en la 56/57 volvió al Jerez. A partir de ahí, hay quienes afirman que
tuvo una breve experiencia en el Cádiz antes de su retirada, tras la que, en
cualquier caso, desapareció. Mientras, el tiempo ha ido transcurriendo y nadie
ha sabido tener más puntería que él vestido con la elástica de las trece
barras, convirtiéndole en un auténtico mito que se forjó en los campos de
albero.
Artículo
cortesía de J. Julián Fernández S.
5 comentarios:
Mi más sincero aplauso al autor.
Muchas gracias a J. Julián por dedicarnos un ratito de su tiempo en contarnos esta fantástica historia!! Aquí tiene su casa para cuando guste!
Siempre me había parecido que Rincón no se merecía el honor de ser el máximo goleador del Betis. Gracias a J. Julián por darme base documental, jejeje.
Muy bueno el artículo. Seguro que el periplo de aquellos siete años del Betis por la Tercera esconde historias enormes que desconocemos.
Pues si, señor Carrascus y a nosotros además nos encantan.
Algún artículo con referencias a esa etapa hemos ido sacando, por si alguien tiene interés en recordarlas a se me ocurren así a botepronto estas dos:
UNIÓN DEPORTIVA SEVILLANA
ARZA II (el hermano del sevillista)
Magnífica historia, esos años son la época oscura de la historia del Betis y la más desconocida.
Enhorabuena al autor.
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