martes, 17 de diciembre de 2013

MANUEL DOMÍNGUEZ, LA LEYENDA BÉTICA QUE SE FORJÓ EN EL ALBERO

La firma invitada es sin duda una de nuestras secciones  más enriquecedoras. La temática libre y la diversidad de los camaradas que participan en esta web hacen que los artículos con los que nuestros amigos tienen a bien brindarnos sean completamente inverosímiles y escondan historias tan desconocidas para el gran público e imprescindibles para el buen aficionado como la que nos ofrece hoy nuestro último invitado para este 2013: J. Julián Fernández S (@JJulianFdezS en twitter) al que podemos leer en Vavel.com en diversas retrospectivas de partidos e historias verdiblancas, así como en la sección “Yo jugué en el Betis” (por razones obvias nuestra favorita) en la cual se recuerdan a distintos jugadores que pasaron por el Real Betis, como por ejemplo y así a boleo nuestro “gurú” Kukleta (artículo en el que además tiene el buen gusto de nombrarnos, hecho no demasiado habitual y que agradecemos enormemente). A J. Julián también lo podemos leer en El Contraguía, en Betisweb y a partir de hoy y dado a que muy amablemente aceptó nuestra invitación, lo cual le agradecemos enormemente, en Amigos de Colusso vs Amigos de Kukleta. No me enrollo más y os dejo con su artículo sobre Manuel Domínguez. Que lo disfruten.

En Heliópolis, hablar de los años 40 y 50 es hacerlo de la época más dura de cuantas ha vivido el Real Betis. No en vano, el club, que había sido campeón de Liga en 1935, pasó en pocos años a vagar por el ‘desierto’ de Segunda y hasta Tercera, experimentando una gravísima crisis económica que a punto estuvo de poner fin a su historia. No obstante, y gracias a su afición, la escuadra de las trece barras salió adelante, forjándose el mito del ‘Manquepierda’, a medio camino entre el orgullo y el amor incondicional a unos colores.

Y precisamente por aquella época apareció en escena un futbolista que, aunque muchos no lo sepan, ha pasado a la posteridad entre los muchos delanteros que han jugado en La Palmera. Su nombre, Manuel Domínguez Sánchez, y su carta de presentación, la de ser el máximo artillero del conjunto del Villamarín en sus 106 años de vida, con un total de 94 tantos en partido oficial, una cifra a la que sólo se ha acercado el mítico Hipólito Rincón, que se quedó en 93.

La historia de este voraz atacante comenzó en Santander, donde nació el 26 de agosto de 1927. Pronto, su familia se trasladó a Sevilla, donde, desde muy pequeño, comenzó a desenvolverse con un balón en los pies. Al poco, comenzó a tener relación con el Betis, pasando por filiales suyos de la época como el Calavera o el Triana Balompié. A éste último llegó en 1943, con apenas 16 años y con fama de ser un auténtico ‘matador’. En 1944, y para que se foguease un poco más, fue cedido al Hispano Aviación, dando el salto a Heliópolis en 1945.

Por entonces, la escuadra de las trece barras purgaba sus pecados en Segunda y Domínguez, que acababa de llegar a la mayoría de edad, se convirtió en un suplente habitual, teniendo pocas oportunidades. De este modo, apenas contó en la 45/46 y poco pudo hacer para evitar el descenso a Tercera al final de la campaña 46/47, tras la cual hizo las maletas y se marchó al Jerez, donde encontró la continuidad que necesitaba y comenzó a responder con goles sobre el terreno de juego.

Ésto le abrió las puertas del Recreativo de Huelva, al que arribó al inicio de la 47/48 y en el que se convirtió en fundamental durante dos temporadas. De hecho, sus registros hicieron que el Betis volviese a fijarse en él, pagando la para nada despreciable cifra de 35.000 pesetas de la época por su fichaje. Con ello, se convirtió en la principal apuesta de la directiva presidida por Pascual Aparicio para el reto de volver a Segunda.

Y Domínguez no solo estuvo a la altura de las expectativas, sino que incluso las superó. Cerró la fase regular con un total de 47 dianas, más de la mitad de las 95 que sumó el equipo, que logró meterse en la liguilla para subir tras hacerse con la segunda plaza, superado únicamente por el Recreativo. Más tarde, en la siguiente fase, el ariete siguió viendo portería con suma facilidad, anotando 15 nuevos tantos que elevaron su global a 62, una cifra que ningún otro jugador pudo igualar en cualquier otra categoría. Pese a todo, los verdiblancos no dieron la talla, quedando terceros en su grupo, tras Atlético Baleares y Alicante, quedándose en Tercera.

Sea como fuere, no fueron pocos los equipos que se fijaron en el atacante, a quien la directiva, pese a la importante crisis económica que azotaba al club, decidió retener a toda costa. Aunque los problemas institucionales, con tres presidentes en la misma temporada, y el cambio de normativa, que solo permitía luchar por el ascenso al primer clasificado y establecía un total de once descensos, complicaron todo demasiado. Al final, el equipo logró no pasar apuros, quedando tercero, pero los números del delantero cántabro bajaron de manera clara y contundente.

Es más, incluso comenzaron a generarse las primeras dudas en torno a su rendimiento. No eran pocos los que echaban de menos la puntería que exhibió durante la 50/51 y algunos decían que el hecho de que la directiva no le hubiese dejado salir se había dejado sentir en su rendimiento, ya que no fue ni mucho menos el mismo. Tampoco en la 52/53, en la que, pese a arrancar con muchísima fuerza y hasta protagonizar la mayor goleada de su historia, con un 11-0 al Úbeda, la escuadra de las trece barras acabó quinta y lejos de la pelea por subir.

Aquello acabó con la paciencia de Domínguez, cuyo número de críticos crecía día a día. De este modo, decidió poner fin a su periplo como verdiblanco, que cerró con una cifra estratosférica de goles, 94, que jamás ha sido igualada pese a que han pasado ya 60 años desde su adiós. No obstante, el hecho de que todos tuviesen lugar en Tercera, en campos de albero y en una época en la que la cobertura mediática no estaba demasiado desarrollada provocó que su figura haya pasado más desapercibida de la cuenta, acabando sumida en un ostracismo que hace incluso difícil recomponer el resto de su carrera.

De hecho, se sabe que ésta continuó durante las tres siguientes campañas en el Extremadura, desde donde vio al Betis regresar a la Categoría de Plata en 1954, y que en la 56/57 volvió al Jerez. A partir de ahí, hay quienes afirman que tuvo una breve experiencia en el Cádiz antes de su retirada, tras la que, en cualquier caso, desapareció. Mientras, el tiempo ha ido transcurriendo y nadie ha sabido tener más puntería que él vestido con la elástica de las trece barras, convirtiéndole en un auténtico mito que se forjó en los campos de albero.

Artículo cortesía de J. Julián Fernández S.

5 comentarios:

Jose MME dijo...

Mi más sincero aplauso al autor.

Rinat Rafaé dijo...

Muchas gracias a J. Julián por dedicarnos un ratito de su tiempo en contarnos esta fantástica historia!! Aquí tiene su casa para cuando guste!

carrascus dijo...

Siempre me había parecido que Rincón no se merecía el honor de ser el máximo goleador del Betis. Gracias a J. Julián por darme base documental, jejeje.

Muy bueno el artículo. Seguro que el periplo de aquellos siete años del Betis por la Tercera esconde historias enormes que desconocemos.

Rinat Rafaé dijo...

Pues si, señor Carrascus y a nosotros además nos encantan.

Algún artículo con referencias a esa etapa hemos ido sacando, por si alguien tiene interés en recordarlas a se me ocurren así a botepronto estas dos:

UNIÓN DEPORTIVA SEVILLANA

ARZA II (el hermano del sevillista)

Rodríguez dijo...

Magnífica historia, esos años son la época oscura de la historia del Betis y la más desconocida.
Enhorabuena al autor.