Corría el año 1972 cuando en casa
de la familia Contreras González la madre andaba cabreada el día de Reyes
porque su marido, en vez de regalarle alguna alhaja, libro, vestido, o algún
entretenimiento de longitud y grosor apreciable para los ratos en que el
cónyuge no esté presente, cogió éste y le regaló una plancha.
Y en ésas estábamos, con la mujer
lanzándole a su marido a la cabeza la plancha, la fregona del cumpleaños
anterior y la cafetera del último aniversario, cuando a la sufrida señora le
entró el estrés y se puso de parto.
Quizá el niño andaba mirando por
el agujerito de alguna forma y, al ver a su padre detener los objetos con
enorme destreza en el salón de su casa, aquello le pareció divertido y quiso
participar. Es así que al día siguiente vino al mundo el futuro guardameta
Pedro Contreras González.