RAKITIC Y SU CHANDAL DE YONKI

Buenas y elegantes tardes.

La droga es mala qué duda cabe… bueno como diría Torrente malos son los enganchaos, que la droga no salta y se te agarra en los huevecillos. Además si seguimos las consignas de unos de nuestros filósofos favoritos del siglo XXI, la droga es “la autentica salud”… pero tampoco es plan de estar abusando de ella constantemente. Que si un porrito cuando bajas al perro, que si te tomas tres cervezas y te apetece medio  y lo sabes,  que si venga una bombita que hoy estoy animao y si no lo otro, lo otro y lo otro… que os voy a contar ¡gambiteros! pero chavales vengo a traeros un mensaje de esperanza: El deporte te puede sacar del infierno de la droga.

Los amigos de Malviviendo nos mostraron un revelador testimonio de un hombre que gracias al deporte logró salir de ella… más o menos. También nos mostraron a Mateo, ese encantador guardacoches con aspiraciones de bailarín,  jugar al fútbol como los ángeles pero si hay un ejemplo perfecto para demostrar que hay futuro tras el enganche ese es Ivan Rakitic. Si amigos, si, Rakitic era un yonki de esos que nos encontraríamos aparcando todo tipo de vehículos en las proximidades del hospital de la Macarena pidiéndote un cigarro a la mínima que te vea meter la mano en el bolsillo para sacar el mechero o en su defecto recogiendo colillas del suelo para juntarlas y gracias al reciclaje obtener un nuevo producto. En el desgarrador documento gráfico que acompaña a esta entrada podéis observar que no mentimos. Ahí lo tenemos con su “uniforme” de verano, con su chandita ochentero multicolor sin camiseta debajo y sus buenas calzonas cortitas con las que mostrar pantorrilla, amén de su maravillosa mullet homenaje a Mike Werner que junto a ese bigotito descuidado nos traen a la memoria a uno de los héroes internacionales de ésta casa, el gran Ewald Lienen. Pero eso era antes. El bueno de Ivan se rehabilitó y pasó a convertirte en un príncipe que camina con su princesa por la Avenida de la Constitución. El chándal dio paso a los más extravagantes y rabiosamente actuales modelitos, de su larga y desbocada melena ha pasado a una más que probable involución capilar y de conseguir unos eurillos al día gracias a pegarse unos legendarios sprints cuando veía que una plaza de aparcamiento quedaba libre ha pasado a ganar millones de euros corriendo tan solo cuando hay que disputar una pelota y todo gracias a una sola virtud: el esfuerzo.

No digan que es un sueño, Rakitic lo ha conseguido y si él lo ha hecho ¿por qué no puede hacerlo usted?