martes, 11 de noviembre de 2014

JUAN CARLOS MAMELI SAQUILAN


Este señor que parece que está cagando es Juan Carlos Mameli Saquilan (depende de donde mires te pondrá Mameli o Mamelli). Cuando yo empezaba a ir al fútbol me tocó soportar a gente como Trujillo o Rodolfo Dapena Dapena. Toda una prueba de fuego que hoy día me ha convertido en un bético a prueba de bombas y en un cliente asiduo de los psicólogos de la seguridad social.

Yo por aquel entonces era un tierno infante que iba con su señor padre al estadio, y cuando yo le decía a mi padre que tal jugador debía ser de los peores de la historia del Betis, él, comprensivo ante mi ignorancia de infante, sonreía y me decía que me quedaba mucho por ver, y me mencionaba nombres tales como Fantaguzzi, Peter Barnes o uno que, no sé por qué, me hacía mucha gracia. Ese nombre era Mameli.

Nuestro héroe del día nace el 5 de Marzo de 1946 en Catamarca, provincia argentina que si no fuera nombrada por Andrés Calamaro en una canción no tendría ni idea de que existía, pero que ya que escribo esto he aprovechado para investigar y he descubierto que me podría haber muerto sin saber nada de ella y tampoco habría pasado nada.

Empieza a jugar de delantero centro y a batir porteros a mansalva en Instituto Central Norte, para posteriormente seguir goleando en Jesús y María y Falucho. Luego firma por Belgrano y ahí ya destaca totalmente a nivel nacional. Los arqueros temen su desgarbada figura que le hace acreedor del apodo de “Palito”, se convierte en uno de los cracks del campeonato y firma por un grande del continente, el Nacional de Montevideo uruguayo.

Llega allí en Enero de 1968, y casi inmediatamente se lesiona. Tras cinco meses de ausencia debuta dispuesto a callar bocas, ya que un rumor asalta las calles de Montevideo. Nacional no quería ficharle a él, sino a su compañero en la delantera de Belgrano, “Pepona” Reinaldi, pero se confundieron y acabaron firmando a Mameli, que no estaba lesionado sino que simplemente no tenía nivel para jugar.

Y vaya si calló bocas. Cuatro títulos nacionales consecutivos, la Libertadores y la Intercontinental de 1971, marcando goles de todos los colores. Aún hoy día es uno de los máximos anotadores de la historia del club y se le recuerda como uno de los más grandes, de hecho reside en Montevideo en la actualidad.

En 1973 vuelve a ser campeón de Uruguay con Nacional y se proclama máximo anotador del campeonato. Por aquellos tiempos es convocado para jugar con la Selección Argentina, por tanto resulta sorprendente y llamativo que firmara por un Betis que había descendido a Segunda.

Para que nos hagamos una idea de lo que supuso Mameli en el Betis se puede decir que fue un claro precedente de Mariano Pavone. Un tío que lo peta en Sudamérica pero que al venir aquí la gente empieza a preguntarse si le han hecho la cirugía a Ivica Mornar para que se le parezca y dar gato por liebre.

El Betis consigue el ascenso pero la participación de Mameli es pobretona. 28 partidos y ocho goles, muy poco para el que se supone era un crack de primer nivel, aunque le hizo dos al Sevilla en una victoria por 3-0. La temporada siguiente, ya en Primera División, apenas cuenta. Juega siete partidos, cuatro como titular, y no marca ningún gol. Según él no jugaba porque el entrenador, Ferenc Szusza, le sugirió que adquiriera la nacionalidad española para no ocupar plaza de extranjero, y él se negó.

Tras su discreto paso por Sevilla se marcha a River Plate, convirtiéndose en el jugador mejor pagado de Argentina, pero vuelven las rarezas a su carrera. Si ya era raro que un jugador con su currículum firmara por un club de Segunda División, igual de extraño puede ser que siendo el jugador mejor pagado del país apenas disputara un partido con la franja roja sobre el pecho. Me da que éste miente en el currículum y que ni tiene nivel conversación de inglés ni ha hecho esos masters que dice.

A mediados de 1976 firma por Atlético Tucumán, donde tampoco le va bien. Según él la directiva pagaba a la hinchada para que insultara a determinados futbolistas. Ante estas excusas podemos decir que Mameli no sólo fue un precedente para Mariano Pavone sino también para Fernando Alonso.

En 1977 regresa a donde más le quieren, Nacional de Montevideo, donde permanece hasta 1980, cuando discute con el director técnico Dellacha y decide irse al modesto Rampla Juniors. Tras una temporada allí se marcha, una vez más según él, porque le deben plata, marchándose al Central Español.

Con 36 años llega a El Tanque Sisley, al que va por amistad y sin cobrar. Y volvemos a decir que según él, ya que deja el club después de que un compañero le recriminara que estaba robando plata, tras lo que decide retirarse. Era el año 1983.

Ésta es la historia de Mameli, el jugador que mi padre me mencionaba cuando yo era un enano que apenas se veía en medio de la grada de Gol Norte del Villamarín. Y es por eso que me permito dedicarle este texto a esa persona que me hizo bético amargándome tantos fines de semana. Gracias, papá. En tu próximo cumple recibirás otra corbata.

2 comentarios:

Rodríguez dijo...

¡Como me gustan estas historias de kukleteros de mi niñez!
Por cierto, buenísima la comparación con Fernando Alonso.

Rodríguez dijo...

De aquella época podíais poner también a Orife, Escalante, Cuiñas...