SEVILLANAS DEL ESCUDO DE TRECE BARRAS

Si yo fuera el profesor encargado de ello el libro que mandaría leer obligatoriamente en los colegios sería “Rebelión en la granja”, de George Orwell, aunque sea sólo por la frase “Los burros viven mucho tiempo. Ninguno de ustedes ha visto un burro muerto”, ya habría merecido la pena que la chavalería lo leyera, aunque no pillara ni media referencia a la Revolución Rusa.

Sin embargo ahí los ves, leyendo a Federico Moccia y encima el profesor de turno te dice que “así por lo menos leen algo”, que es algo así como comerse un escarabajo para “por lo menos comer algo”.

Algún profesor de filosofía sí tira de Orwell y les manda “1984”, que es a donde quiero llegar con todo este rollo que poco tiene que ver con el tema futbolero-folklórico-musical que tratamos. En “1984” existe una entidad denominada Departamento de Historia del SFC Ministerio de la Verdad, cuya función era cambiar la Historia, incluso sobre la misma marcha, para que se ajustara a los intereses actuales de quien mandaba (el famoso Gran Hermano). Vamos, que si mi enemigo de ayer pasaba a ser mi aliado pues de repente la Historia dicta que ha sido mi amigo del alma desde el primer día que ambos pusimos los pies en el mundo. Lo explico para los que no hayan leído la novela (que si no la han leído pues mal por ellos, por cierto).

Si tú le preguntas a un bético te dirá que él nunca le rió las gracias a Lopera, ni le cantó “Hola, hola, hola, Don Manué”, ni votó para que pusieran su nombre al estadio, ni firmó el día que cuatro tarados buscaban apoyos antes de un partido para ponerle una calle. Alguno habrá que no lo hiciera pero una gran mayoría le llegaron a considerar casi un dios. El culto a una entidad que crees superior no es malo per se, a mucha gente le ayuda a seguir adelante con sus vidas en momentos de duda, angustia o dificultad. El problema es cuando se cometen atrocidades en su nombre, y una de las mayores atrocidades que el loperismo cometió fue componer tras el ascenso de 1994 unas sevillanas que sólo oír empezar con la frase “Manuel Ruiz de Lopera, el cielo te iluminó” ponen los pelos como escarpias y meten en nuestra cabeza la idea de que si alguien tenía que haber sido llevado en su momento al Callejón de la Inquisición tenía que haber sido el autor de la letra. ¿Alguien llegó a escucharlas (y bailarlas) en la Feria alguna vez?

Recomendamos apaguen las luces, cierren puertas y ventanas, abrácense a su estampita de San Íker Jiménez y escuchen “Escudo de Trece Barras”. Say no more.