Érase una abuelita que arropaba a
su nietecita cuando la mujer se volvió hacia el televisor, donde estaban retransmitiendo
un partido del Betis. Al ir el portero del conjunto verdiblanco a coger la
pelota, la nietecita observó como a la progenitora de su progenitora un
escalofrío le recorría todo el cuerpo, y le preguntó el porqué aquello ocurría
a cada aficionado del club de las trece barras cuando el portero de su equipo
se intentaba hacer con el esférico. Ésta fue la historia que la abuelita le
contó:
Corrían los años 90, en la villa
de Rafaela, en la provincia de Santa Fe, cuando una humilde vendedora de cosméticos
iba de casa en casa intentando vender sus productos de Avon. A la mujer nadie
le hacía caso y empezaba a preocuparse. Si no conseguía vender lo suficiente
para subsanar la deuda con el sex-shop de su barrio su marido se enteraría del
aparatito de Panasonic que se había comprado para sus ratos libres.
En un momento dado, en plena
desesperación, miró hacia la mansión situada encima de la colina. Nadie solía
ir allí nunca, pero se oían ruidos y se veían luces con regularidad. Allí tenía
que vivir alguien, y si nunca salía a la calle lo mismo era por ser más feo que
mandar a la abuela a por droga, así que necesitaría los productos de Avon con
total seguridad.
Enorme sorpresa se encontró la
buena señora cuando al entrar allí, la única persona que encontró fue un
jovencito con tijeras en lugar de manos. Se le vinieron mil preguntas a la
cabeza, entre ellas qué hacía para lavarse la cara por la mañana, para sacarse
las cascarrias o en los momentos de soledad y autodescubrimiento de los que
todo adolescente goza, sin embargo simplemente le preguntó qué hacía allí
solito. El muchacho le contó que él se llamaba Guillermo Sara, y que nació allí
el 30 de Septiembre de 1987 como una máquina de fabricar galletas (sin
especificar si eran Oreo, María o del Príncipe de Beukelaer) pero que su padre
y constructor, lo fue modificando poco a poco. Para su desgracia el hombre
falleció antes de terminar su obra cuando le pidió al muchacho que le ayudara a
ponerse un supositorio, así que finalmente quedó con un par de enormes tijeras
en lugar de manos.
La mujer se acordó de lo alto que
estaba el seto que rodeaba a su casa e invitó a Guillermo a quedarse en su
domicilio. Él aceptó encantado, y todo fue maravilloso durante los primeros
tiempos, incluso pilló cacho con Winona Ryder la hija de la de Avon,
pero en el colegio empezaron los problemas. Llamarse Sara en la ciudad de
Rafaela le costó más de una broma de dudoso gusto sobre su orientación sexual,
y la rareza de sus manos no ayudaba a la adaptación, sobre todo cuando apuñaló
a un compañero en el pecho, lo que hizo que le mandaran una nota a casa por
parte del director del cole diciendo que eso no estaba bonito.
Su madre adoptiva no sabía qué
hacer para que el chiquillo se integrara, y no tuvo otra ocurrencia que taparle
las tijeras de las manos con guantes de portero. De esta guisa le escogieron en
el recreo para ponerse debajo del arco, y ahí cambió su vida. Se le dio tan
bien que acabó haciendo la prueba y entrando en las categorías inferiores del
club local, el Atlético Rafaela.
Debutó con el primer equipo en
2008 y se acabó haciendo con la titularidad, llegando incluso a ser
internacional por Argentina en categorías inferiores. La vida le sonreía, hasta
dejó a la hija de la de Avon, que se había dejado de ir, por
una morenaza. La vida era maravillosa, hasta que llegó el año 2013.
El Betis buscaba portero y se
fijó en él para hacerle la competencia al recién fichado guardameta
danés Andersen, que de primeras se mosqueó con el fichaje del argentino
diciendo que a él le habían dicho que le fichaban
para ser titular.
Con la cesión de Sara por una
temporada al Betis empezó un auténtico duelo de titanes en la pretemporada por
hacerse con el puesto de titular. Si Sara golpea primero,
Andersen le responde con un directo a la mandíbula.
Andersen acaba siendo titular en el debut liguero en el Bernabéu, pero Sara
tiene una buena actuación en la previa de Europa League contra el Jablonec y le
quita el sitio porque por lo menos se tira. Andersen no lleva bien esto y patalea un poco.
Pero los hados del destino
quieren que tampoco Sara sea precisamente la fusión de Sepp Maier y Ed
Warner, así que empieza una estrambótica alternancia entre ambos que parece
finiquitarse a favor de Andersen cuando el gran Juan
Carlos Garrido arriba a estas tierras.
Pero la tragedia definitiva,
provocada por su herencia genética, que tumba las ilusiones de nuestro
protagonista del día, llegó con la visita a Sevilla del Real Madrid y el #Andersening.
El rendimiento de ambos fue tan flojo que para estirar este artículo he copiado
dos párrafos y medio del artículo de Andersen porque no merecen más.
es entonces cuando se ficha a
Antonio Adán y ambos pasan al ostracismo definitivo. Sara vuelve a Rafaela con
14 partidos y medio jugados y 26 goles encajados, y no se le espera más por
estos lares. Demasiado hizo siendo una máquina de fabricar galletas con tijeras en vez de manos.
Así acaba la historia que le
contó esa abuelita bética a su nietecita cotilla. Cuando ve a un portero del
Betis ir a por el balón, aún le entran escalofríos bajo la nieve, y bajo la
lluvia, y bajo el Sol…
1 comentario:
Buen artículo y buen homenaje a una gran película!
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