BOLLITO, LA MASCOTA DEL ALCALÁ

El 6 de Abril de 2014 el Club Deportivo Alcalá presentó a su nueva mascota, Bollito. Representando al famoso pan de la localidad procede de un diseño de Fernando Mariscal al que dieron forma Jesús Quesada y Gema Martín.

Bollito tuvo su puesta de largo en un triunfo con remontada por 3-2 frente al filial del Real Betis, y ya es habitual verle sonriente animando en la banda del estadio Ciudad de Alcalá, pero para llegar a esta tesitura Bollito tuvo que pasar muchas dificultades.

El padre de Bollito fue una mata de trigo nacida a orillas del río Guadaíra mientras que su madre se ganaba la vida como bolsa de harina marca Las Panaeras. Se conocieron en una panadería de Alcalá, aunque el primer contacto fue frío, quizá porque tenían levadura como sujetavelas. Sin embargo, tras quedarse a oscuras en un pequeño espacio y calentarse se unieron para siempre. Fue así como Bollito llegó al mundo.

Bollito se enfrió en una bandeja con otras piezas de pan mientras veían como los humanos se organizaban a su alrededor para transportarles. Ninguno sabía dónde iban a ir.

El viaje no comenzó bien. Los metieron en sacos de mala manera y sin miramientos, todos apretados. Luego varios de los sacos acabaron en furgonetas que arrancaron con destino desconocido. Durante todo el trayecto Bollito y sus acompañantes tuvieron que sufrir unas condiciones infrahumanas. Alguno llegó al fin del viaje mutilado, con el miajón al aire. Una viena se quejó amargamente de que le estaban tocando el pico entre la confusión. De vez en cuando la furgoneta paraba y un saco era descendido del camión.

El último saco en salir fue el de Bollito. Habían llegado a una tienda de comestibles y los lanzaron a una urna desde la que podían ver a los clientes llegar poco a poco e irles comprando.

Bollito fue comprado por un señor mayor junto con otros dos compañeros. Había llegado el momento de conocer su destino. El señor mayor fue a un parque y se sentó en un banco. Cogió a uno de los compañeros de Bollito y comenzó a despedazarlo poco a poco y a dárselo de comer a las palomas.

Bollito, aterrado, saltó de la bolsa y salió corriendo por el parque, esquivando los picotazos de las palomas que querían devorarle. Finalmente encontró un rincón donde esconderse y allí pasó la noche, muerto de frío y aterrado.

Al día siguiente vio tirado un periódico en el suelo y leyó en él que cerca había un convento donde ayudaban a los sin techo. Allí marchó Bollito ilusionado y más contento se puso cuando las monjas le recibieron con los brazos abiertos. Sin embargo, en un momento dado, Sor Cocinillas dijo “está duro, pero si se le tuesta aún se puede comer”. Al oír estas palabras Bollito salió corriendo del convento como una monja preñada.

Y en su huida desaforada, y sin saber muy bien cómo, acabó en el estadio Ciudad de Alcalá. Llorando en el cuarto de baño del estadio le encontró el encargado de mantenimiento que le preguntó qué le pasaba.

En realidad era una maniobra de distracción. El encargado de mantenimiento había comprado una tarrina de medio kilo de manteca colorá y estaba loco por untarla en algo. En cuanto Bollito bajara la guardia sería suyo.

Pero lo que ocurrió fue que la triste historia de Bollito conmovió el corazón de aquel hombre que decidió que aquel pedazo de pan gigante antropomorfo tendría un hogar fuera de cualquier estómago.

Tras hablarlo con el presidente del Alcalá se acordó que Bollito fuera la nueva mascota del club. Vive en el estadio y no puede ser más feliz siempre rodeado de niños. Además le mantienen lejos del ambigú para que no vea los bocatas de salchicha y entre en pánico de nuevo.