JORDI VINYALS MARTORI

En su día ya comentamos que en el Betis jugó el hijo perdido del superhéroe Flash. Pero no fue el primer individuo con superpoderes que se enfundó la camiseta verdiblanca. Tuvimos un claro precedente en Jordi Vinyals, pero antes de explicar el porqué de esta afirmación, hagamos un poco de repaso al mundo de los superpoderes.

Si alguien, normalmente a horas intempestivas y con copas de más, nos pregunta qué superpoder nos gustaría tener no solemos ser muy originales. Que si volar, que si superfuerza, que si supervelocidad, que si capacidad para beber un número infinito de botellines de Cruzcampo…pero los que siguen el mundo comiquero deben de saber que la cantidad de superpoderes disponibles es descomunal, y que abarca un espectro casi infinito de habilidades.

Pero no todas las habilidades son útiles. Esto ya ocurre en el mundo real, donde mi habilidad para voltearme los párpados sólo me sirve para asustar a mi primo chico. En el mundo de los superhéroes una habilidad inútil se convierte en una superhabilidad superinútil. Si investigamos un poco por la red encontramos superhéroes con la capacidad de cambiar el color de las cosas como Color Kid, con la habilidad de arrancarse el brazo y con él matarte a porrazos o mi favorita por perturbadora, rebuscada y sórdida, el superpoder de soldar perros muertos al cuerpo de tus enemigos.

Luego hay superpoderes que, quizá para un combate cuerpo a cuerpo con un supervillano puedan ser una castaña, pero para situaciones puntuales pues molan, como mi habilidad para tocarme la punta de la nariz con la lengua. Ahí está el mutante Cypher, capaz de descifrar cualquier código o idioma. Para batirse a hostias con Hulk o Pablo Alfaro no es un poder muy útil, pero poner en el CV que hablas todos los idiomas es un pelotazo. Alisha, de la serie “Misfits”, pone cachondo a todo aquel que la toca. Tiene sus problemas pero si la chavala tiene ganas de marcha lo tiene fácil, fácil. La cuestión es que hay superpoderes que tienen su momento de gloria.

Por tanto, es posible que el superpoder de Jordi Vinyals tenga alguna utilidad en algún contexto determinado, pero para jugar al fútbol es una auténtica chufa.

Vinyals nace en Cardedeu, provincia de Barcelona, el 24 de Noviembre de 1963. Empieza a jugar el fútbol en el equipo de su pueblo antes de pasar a formar parte de las categorías inferiores del Fútbol Club Barcelona (fue el primer habitante de La Masía), equipo de la ciudad de Barcelona en la provincia de Barcelona.

En la temporada 1987-88 alcanza el primer equipo culé pero no llega a debutar. La segunda mitad del campeonato la pasaría cedido en el Sabadell, para pasar las dos siguientes temporadas en Castellón y Oviedo.

En el equipo asturiano completa una gran temporada, mostrándose como el faro y guía del juego del equipo carbayón. Su técnica y su visión de juego hacen que el Betis ponga sus miras en él y lo convierta en el fichaje estrella de cara al retorno a Primera en la temporada 1990-91.

Pero el problema llega cuando Jordi llega a Sevilla. El día de su llegada se come una tapa de cabrillas en mal estado y adquiere su superpoder. En algunas películas, como en el primer “Spiderman” de Sam Raimi, se ve el típico superpoder que el protagonista lo ve todo a su alrededor a cámara lenta y puede anticiparse a los movimientos de sus enemigos dejándolos boquiabiertos. Pues bueno, la habilidad de Vinyals era exactamente lo contrario. Él se movía a cámara lenta y el resto del universo se anticipaba, por lo que cada vez que recibía el balón se quedaba quieto como un pasmarote hasta lo que perdía.

27 partidos, 25 como titular, cero goles y un último partido ante Osasuna con el estadio entero cantando a coro “Viñals vete ya” fue su bagaje como bético. Se le cogió tanto cariño en el Villamarín que un día le tiraron unos cuernos de toro, tal como afirma aquí otro crack del momento como Rodolfo Dapena Dapena.

La verdad es que el cariño era recíproco y echando pestes Vinyals se volvió para Oviedo donde estuvo dos temporadas medianamente bien y una tercera en la que apenas jugó tres partidos. Dos años en Segunda División con el Villarreal, y un paso por Segunda B vistiendo las camisetas de Tarrasa y Figueras terminaron de jalonar su carrera como futbolista.

En el año 2000 iniciaría una carrera como entrenador ligada sobre todo al fútbol catalán, ocupando los banquillos de Villarreal “B”, Palamós, Gimnástica de Tarragona, Algeciras, Tarrasa, Jaén, Castelldefels, Hospitalet, Castellón y de nuevo Hospitalet (una temporada en cada uno). En 2011, quizá harto de anonimato, volvió a las páginas de los periódicos mediante el camino más fácil en el momento, metiéndose, desde su puesto de entrenador del Hospitalet, con Mourinho, afirmando que el simpático portugués no había aportado nada al mundo del fútbol.

Para la temporada 2011-12, como posee el ADN Barsa, ya que lo demostró con su juego en el Betis, es contratado para entrenar al juvenil culé y ahí sigue, transmitiendo a la shavalería blaugrana todo su saber que se resume en una sola frase: “Haced lo que quiera menos jugar como yo jugaba.”