El fútbol no es sólo grandes
triunfos y derrotas con derroche de dramatismo impostado, sino que está lleno
de pequeños detalles que son los que marcan la diferencia entre un
entretenimiento más y una pasión. Bueno, pues hasta esos pequeños detalles se
los están cargando Tebas y sus acólitos.
Ya es imposible andar mirando el
boleto de la quiniela y darnos cuenta con nerviosismo de que quedan cinco
minutos para que acaben los partidos y que tenemos catorce aciertos, para
escuchar ipso facto en el transistor que hay un gol en Las Gaunas y otro en El
Plantío que derrumban nuestras ilusiones como un castillo de naipes derribado
por una corriente de aire caliente.
Igualmente, dependiendo de la
hora del partido el ritual de comerse el bocata de tortilla de patatas en el descanso
se ha perdido, como se ha perdido el silbarle al equipo rival cuando salta al
campo porque ahora salen los dos conjuntos a la vez para evitar no se sabe muy
bien qué.
Pocos cambios positivos hay, y
desde luego no tienen nada que ver con la LFP. Las madres se alegran de que se haya perdido
el tener que coserle el escudo al niño en la camiseta que los Reyes Magos le
han traído, y quizá muchos se alegren de que ya no haga falta, si tenías el
carnet en una grada de pie, llegar pronto al campo para pillar un buen sitio, a
ser posible con una barra metálica delante en la que apoyarte para ver a tu
equipo con más comodidad.
Entre las cosas que los nuevos
horarios han destruido existía una especie de tradición en Sevilla que, con
tanto partido los domingos a las 12:00, ya no tiene nada de especial, y es que
antes, en dicho horario, el único partido que jugaban los nuestros era el
Domingo de Ramos.
Aquel día daban igual el rival y
las circunstancias clasificatorias, era un partido especial. Sólo se daba esa
circunstancia una vez al año, y sólo a uno de los dos equipos. En la grada podías
ver gente enchaquetada, y siempre había alguien que al poco de empezar el
encuentro soltaba “ya está en la calle la Borriquita”,
pensando que su comentario era hilarante y original, tanto como el periodista
que siete días más tarde titula la crónica de la victoria de ese equipo que tan
mala racha llevaba con las palabras “Domingo de Resurrección”.
Entre esos partidos matutinos algún
derbi tocó, como la victoria bética por 4-0 en 1980, o el partido por el que se
recuerda a nuestro protagonista del día.
José Ramón González Romo nace en
Sevilla el 12 de Octubre de 1963. Entra con once años en los escalafones
inferiores de la cantera bética, pasando a formar parte del grupo conocido como
los Mani
Boys. También jugaría varios campeonatos europeos y mundiales con la Selección Española
en categorías inferiores, lo que le convertía en una gran promesa.
Acabó debutando con el primer
equipo en la temporada 1981-82, sustituyendo a Casado en el minuto 85 de un
Betis-Racing.
Tras jugar siete partidos en cada
una de sus dos primeras campañas es cedido al Recreativo de Huelva mientras
cumple el servicio militar. Luego vuelve al Betis, pero entre unas cosas y
otras, una osteopatía de pubis, una rotura del ligamento parcial de la rodilla
derecha, una fractura en el ziritione, algún entrenador que no confía en él,
pitos y flautas, nunca se llegó a asentar en el primer equipo. Jugó un total de
85 partidos en siete temporadas, lo cual no son grandes números.
Su mejor año fue la temporada
1985-86, cuando juega 25 partidos, 23 como titular, y anota siete goles. Siendo
el más recordado de ellos el que anota precisamente un 23 de Marzo, Domingo de
Ramos por la mañana, en un derbi contra el Sevilla.
Él
mismo recuerda como, en el minuto 21 de partido, envió un centro de Calderón
al
fondo de las mallas de Buyo. Finalmente sería el único tanto del encuentro
y daría los dos puntos al Betis.
Por la tarde, con la alegría aún
en el cuerpo, aprovechó para salir con sus amigos y su novia a ver a la Estrella y Jesús
Despojado (entre otros) y le salió un callo en la espalda de las palmaditas que
recibió de aficionados béticos que le felicitaban. Al día siguiente El Correo
de Andalucía se desmarcó con un titular con el que aún hoy en día se recuerda
aquel partido: “Domingo de Romo”.
Romo dejaría el Betis en 1989
para firmar por el Cádiz, donde estuvo dos años antes de cerrar su carrera con
otras dos temporadas en el Recreativo de Huelva.
En 1993 se retiró del fútbol, y
ahora cada Domingo de Ramos se pasa por los Terceros a ver La Cena recordando aquel titular
con el que siempre se le recordará.
4 comentarios:
Si es que ya no se respeta ni el fútbol en Domingo de Ramos!! Esos nazarenos de la Paz que te preguntaban cómo iba el Sevilla o que se veía claramente que tenían unos cascos y estaban escuchando el partidito.
Me ha encantado esta entrada, cortita y al pie, si señor.
Tuvo un último momentazo de gloria en un partido contra el Logroñes de copa creo recordar que no siendo titular habitual salió sustituyendo a Caldere en ese partido tomo las riendas del equipo y marcando el primero (un golazo por cierto)en aquel Betis en declive de los Yañez, Ufarte, Rincón Gail, Pumpido. Resultado final 5-1.
Yo lo que más echo de menos es cuando en el estadio anunciaban los goles del resto de partidos y la gente cantaba los que recibía el eterno rival como si fueran propios.O el típico que llevaba los cascos y todos los de alrededor le preguntaban cómo iba el otro equipo.El cabrón del Tebas y sus secuaces nos están robando la esencia del fútbol a los aficionados de verdad,porque lo del Madrid y el BarÇa de ahora eso no es fútbol ni nada parecido.
¡¡¡¡Puto fútbol moderno!!!!
Señor Niko ¿tiene usted mano con alguien de la web? ¡sobre eso tb hay una entrada preparada! Van dos comentarios con cierta tendencia SandroReynera
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