MARIO GUTIERREZ COTELO

 

Desde bebé Mario Cotelo era un niño alegre y pizpireto, cualquier mueca o ruido que le hicieras provocaba en aquel niño una risa casi incontrolable, lo que le hizo ganar las simpatías de toda La Felguera, el pueblo donde vino al mundo nuestro alegre amigo un 10 de febrero de 1975, que cada vez que lo veían pasar lo saludaban, le daban sustos o le hacían carantoñas con el único fin de escuchar la vigorizante sonrisa de un niño.

Una de las cosas que le hacían más feliz al pequeño Mario era jugar al fútbol. En el recreo todos los chiquillos querían que jugara en su equipo, ya que no solo aportaba alegría y buen rollo en el equipo, si no también calidad dirigiendo desde el medio centro, cualidades que no pasaron desapercibidas en el Sporting, que lo incorporó a Mareo en edad infantil procedente del Langreo. Pasó por todas las categorías inferiores del conjunto rojiblanco y debutó de la mano de García Ramón en el primer equipo. Tras un paso fugaz por el Badajoz y de volver a Gijón, al centrocampista le llegó la oportunidad de volver a primera en una ciudad de clima soleado que venía de perlas a su afable carácter y puso rumbo en el verano de 2001 con destino el Sevilla FC.

Desconocemos si es porque las nubes le provocaban a Mario tener tan buen carácter y al llegar a Sevilla las echó de menos o por el ostracismo al que Joaquín Caparrós le sometió en la temporada y media que estuvo en el Sevilla, pero el caso es que su expresiva y graciosa personalidad tornó en huraña y enfadosa, costando incluso a sus más allegados reconocerlo. Joaquín Caparrós lo sabía y le dedicó piropos tales como “Me pongo de pie con Mario y Luis Gil. Son profesionales y trabajan de forma impresionante en todos los entrenamientos” Pero solo le dejaba demostrarlo en eso, en los entrenamientos, porque en el año y medio que Mario Cotelo estuvo en la disciplina Sevillista tan solo jugó en 5 ocasiones (y solo en un partido contra el Villarreal partió desde el once titular, siendo sustituido en el minuto 70 por otro buen amigo que será de esta casa: Juanmi) jugando en total cien minutitos con la camiseta blanquirroja, aunque no se podrá quejar... fueron el triple que los de Alfonso.

Al ver que en la temporada 2002/03 no tenía visos de mejorar en absoluto su situación (más bien todo lo contrario), Mario decidió probar suerte en el mercado de invierno en el UD Las Palmas, pero antes de marcharse se giró hacia atrás, miró el mosaico del Sánchez Pizjuán fijamente y juro odio y rencor eterno al Sevilla FC.

No es que le fuera mal su trayectoria deportiva posterior al ya-no-tan-alegre Mario, de hecho, tras la media temporada en el equipo canario, fichó por el Getafe (aun en segunda) en lo que a la postre derivó en una más que acertada decisión, ya que se convirtió en pieza fundamental del equipo del sur de Madrid en el primer ascenso de su historia y en la consolidación en primera en años posteriores, siendo uno de los jugadores más queridos por los escasos, pero follarines aficionados getafenses, llegando a quedar subcampeón de la Copa del Rey en dos ocasiones. Pero esto no minó su rencor y su odio hacia el Sevilla FC y cada vez que tenía ocasión o se enfrentaba al cuadro nervionense lo ponía de vuelta y media para asombro de los aficionados sevillistas que ni recordaban a ese “tal Mario” como ex jugador de su equipo.

Al finalizar la temporada 2008/09 cuelga las botas e intenta tratarse su nervioneo con los mejores terapeutas, viendo que no lograba desprenderse de tanto resentimiento, probó con la maratón, pero nada, los chakras negativos seguía ahí y justo cuando pensaba que jamás volvería a ser el chico alegre, pizpireto y vivaracho que había sido de joven, decide volver a su tierra con la intención de reencontrarse a sí mismo, probar con una nueva disciplina deportiva, el fútbol para viejos indoor y ser el embajador (?) del Sporting B en sus desplazamientos. Por ahora parece que algo parecido a una sonrisa ha recuperado, pero ya saben, estas cosas mejor tratarlas con paciencia…