MARKO MARIN

 

Llegó del Chelsea como la superestrella del proyecto sevillista. En sus primeros partidos dejó al respetable con la boca abierta con sus jugadones, su magia y sus golazos. Media Sevilla se puso a buscarle novia para que se quedara, pero durante este casting algo ocurrió. Marko conoció una vida dulce, complaciente, divertida, alocada y relajada: La vida del Erasmus y decidió que había nacido para vivir conforme a los dogmas de los estudiantes extranjeros de la ciudad. Su rendimiento bajó, Emery ya no confiaba en él como al principio, no valía ni para el Comunio e incluso el técnico vasco lo tuvo que sacar de toda una final de la UEFA por un Gameiro medio lesionado tan solo 26 minutos después de haber ingresado al campo porque amenazaba con joder todo el trabajo realizado por el equipo. Lo de la novia se enfrió, ya no lo quería nadie, ni siquiera vosotros que lo votasteis  como uno de los peores de la temporada. Se marchó a la Fiorentina, duró cinco meses y ni siquiera debutó en Liga. El Anderletch confió en él, duró dos meses. Estuvo a punto de recalar en el Sporting Kansas City pues el chico estaba enamorado del  barrio de Nervión pero al final se marchó a Turquía donde se dedica a inventar regates inverosímiles. Su última obra de arte: La MarkoMarinGravesinha.

El Sevilla FC lo sustituyó por su versión 2.0: Gerard Deulofeu y nadie, absolutamente nadie le agradeció los servicios prestados. ¿Nadie? Amigos, si creéis que desde esta casa no íbamos a hacer nada al respecto estáis muy, pero que muy equivocados. Con todos vosotros: UN EMOCIONADO TRIBUTO A MARKO MARIN