SEBASTIÁN ARIEL “EL CHIROLA” ROMERO

Sebastián Ariel Romero Salvatore nació en Berisso (Argentina) el 27 de Abril de 1978. Apodado el Chirola por su porte y estilo de gambeta desgarbado, desprolijo pero eficaz, se formó, debutó y triunfó en Gimnasia y Esgrima de La Plata a las órdenes e instrucciones de nada más y nada menos que el entrenador del “Sparring” Carlos Timoteo Griguol. La llegada en el verano de 1999 del veterano entrenador argentino al Betis fue determinante para que El Chirola Romero, que ya se había decidido a cruzar el charco y lo tenía casi hecho con el Mallorca, se decantara por vestir de verdiblanco y no de bermellón, ya que una llamada del “hombre de las gorras” en el último momento detuvo el casi seguro traspaso al club balear y terminó por convencerle para incorporarse a uno de los peores Betis que se recuerdan, el de la temporada 1999/2000. Un fichaje que no fue del todo entendido por la parroquia verdiblanca, ya que en la misma posición tenían a Denilson, pero sabido el gusto de Lopera por tener siempre lo más contento posible a su entrenador, accedió y finalmente contrató a la joven promesa argentina.

Al lado de los Frascarelli, el ya homenajeado Karhan, Crosa, Benjamín, Solozábal, el bueno de Pepe Gálvez, o Cuéllar (del que se dice que tuvo un pequeño rifi rafe con nuestro protagonista en una discoteca) disputó la nada despreciable cantidad de 23 partidos (15 como titular), sin que su juego destacase por nada en particular más allá de por su gusto de llevar siempre su camiseta de manera holgada (y cómoda por tanto), lo que hacía fácil al aficionado identificarse y encariñarse con él, pero entre la falta de tino de el en teoría centrocampista ofensivo, que no consiguió marcar ningún gol esa temporada y la mala marcha de su equipo, le convirtió en un jugador capaz de encolerizar al más tranquilo de los seguidores del cuadro verdiblanco a base de intentos de regate totalmente inverosímiles e ineficaces, amén de todo tipo de errores en el pase, definición y por qué no, desmarque. La destitución de su gran valedor en la jornada 22 le relegó al banquillo primero y a la grada después, puesto que ni Hiddink ni Hadzibegic vieron en el Chirola una alternativa sólida a la hora de confeccionar los onces titulares, en una temporada aciága que finalmente terminó con el descenso del cuadro bético.

Con la temporada 00/01 ya iniciada, con el Betis en Segunda y tras haber disputado 329 minutos repartidos en siete partidos, Fernando Vázquez lo descartó y le obligó prácticamente a marcharse al Toulouse de Edwin Congo y Emaná, donde permanece una sola temporada sin llegar a jugar mucho (siete partidos, en los que anotó un solitario gol) por lo que al final de la misma vuelve de nuevo a Sevilla ya que aun tenía contrato en vigor con el Betis, que decide cederlo al Córdoba CF, donde dura realmente poco y en el mercado invernal regresa a su país para vestir la camiseta de Racing Club de Avellaneda, que pagó por su traspaso cerca millón y medio de euros y donde sus buenas actuaciones le sirvieron para debutar (por fin) con la albiceleste. En la temporada 06/07 el Panathinaikos griego solicitó sus servicios y la verdad que mal no le fue. Gozó de bastantes minutos, se hizo un fijo y por fin pudo disfrutar del sabor del gol, sin embargo, a inicios de la 08/09 la morriña le hizo retornar una vez más a su país pero para incorporarse al equipo que le vio nacer futbolísticamente, Gimnasia y Esgrima, donde volvió a mostrar un buen nivel antes de fichar en 2010 por el Banfield, donde con un estilo sobrio y eficaz y combinado con la experiencia acumulada, le convierte en uno de los jugadores más respetados tanto por su propio vestuario como por la afición.

Recientemente volvió a la actualidad verdiblanca al tener los aficionados más gruesos del equipo verdiblanco la oportunidad de disfrutar de una de esas holgadas camisetas con las que el Chirola soñaba que daría grandes tardes de gloria en el por aquel entonces,Manuel Ruiz de Lopera.

PD: Artículo extraido, con ciertos matices, de la genial Renadinhos y Pavones, web que no nos cansamos de recomendar publicamente. Las críticas (si las tuvieramos) las hariamos por privado.