CARLOS ALEXANDRE FORTES ALINHO

Buenas y funkaticas tardes.

En 1971 los ritmos funk y el tremendo groove que tenía este maravilloso estilo dominaban el mundo ¿todo? No, algunos remotos lugares se resistían a adoptar este contagioso ritmo y uno de estos sitios era Sevilla, así que los embajadores y padrinos del funk decidieron enviar en 1976 a uno de sus mejores soldados que con indomable pelucón a lo afro y poderoso bigote llegó dispuesto a poner patas arriba la ciudad.

La misión de este soldado de nacionalidad portuguesa pero caboverdiano de nacimiento, y al que las tropas del funk conocían como Alinho era clara: funkatizar a toda la ciudad. Para conseguirlo le eligieron una profesión desde la que desarrollaría su misión (jugador de fútbol), un destino (el Betis), una posición (defensa central) y le inventaron un pasado en otros equipos (Académica y Sporting de Lisboa).

En el Betis jamás había visto un jugador de semejante tesitura. Su gran estatura, su frondoso pelo afro, su bigote y su color (es el primer jugador negro en vestir la camiseta del Betis en contra de lo que muchos creen que fue Perurena) eran absolutamente novedosos, por lo que lo miraban con extrañeza, incluso algunos chavales le vacilaban y le decían cosas como "¿Aliño? ¡Tú no eres ni un mal gazpacho!" (100% verídico). Alinho contrariado sabía que no empezaba con buen pie, pero esperaba que una vez le demostrara a los aficionados los poderes futbolísticos que los dioses del funk le habían otorgado, las tornas cambiarían y todos caería rendidos a su ritmo.

Pero un primer partido contra el Os Beleneses, un Colombino contra el Manchester City un Trofeo Ciudad de Sevilla donde jugó un derbi y contra el Hadjuk Split, le hicieron ver a los aficionados béticos que ni funk ni leches, que ellos preferían otros ritmos y para colmo el Betis no conseguía tramitar la nacionalidad al apátrida Ladinsky (al contrario que a su compadre Mendieta que ya la disfrutaba), requisito imprescindible para que Alinho se quedara ya que se había fichado a otro extranjero (Mühren), por lo que tenía el cupo cubierto y había que descartar a uno, así que todas estas circunstancias llevaron a la entidad verdiblanca a prescindir del jugador portugués que finalmente si se convirtió en un mal gazpacho.

A pesar de ello, Alinho le cogió el gustillo a esto del fútbol y regresó a su país para continuar su carrera, completando el Big 3 portugués, primero prestando todo su funk al servicio del Oporto y posteriormente en el Benfica (donde consigue sus mayores éxitos) además de en la selección portuguesa y otros equipos no solo portugueses, si no también estadounidenses y belgas, retirándose en 1984 y siendo considerado el mejor jugador de Cabo Verde del siglo XX para comenzar su carrera como entrenador, donde continuo con su labor de difusión del groove por todo el mundo, incluyendo la selección de Angola, una nueva incursión en nuestro país al entrenar al Badajoz en la 2001/02 y equipos marroquíes, cataríes o de Barhein con cierto éxito.

En el 2008 fallece a los 59 años tras un accidente en un hotel, pero al contrario de lo que puedan pensar no fue tras destrozando una habitación tras una fiesta de desenfreno funk ni nada por el estilo, si no al caerse por el hueco vacío de un ascensor desde una sexta planta, abandonándonos para siempre, pero dejando en esta ciudad una semilla de un ritmo que ha día de hoy si tiene genuinos adeptos, y aunque cada vez nos lo pongan más difícil, precisamente a finales de mes tendremos una buena oportunidad para comprobarlo.