FRANCISCO GALLARDO LEÓN

Es frecuente encontrarte de vez en cuando al típico conocido que no ves desde hace años que se afana especialmente en darte la brasa sobre cómo ha cambiado su vida debido un hecho determinado … Pudo ser un accidente que le hizo reflexionar sobre las verdaderas virtudes de nuestra existencia, uan abducción extraterrestre que le concedió la sabiduría eterna, quizás sea concursar en Saber y Ganar para llevarse un dinerito y acabar rapeando o incluso puede que este hecho sea ver una tostada con la cara de Michael Jackson, pero ninguno de estos puntos de inflexión es tan sumamente extraño como el que le aconteció al bueno de Paco Gallardo.

Nacido en el sevillano barrio de Bellavista el 13 de enero de 1980, desde muy pequeño, Paquito (como le llamaban sus titos y amigos) no quería hacer otra cosa que no fuera jugar con su balón en el descampado de detrás de su casa. Su madre se preocupaba ya que las notas no eran todo buenas que ella deseaba, pero resulta que el chico valía para esto… y vaya si valía, tanto que ya desde chiquetito todo el mundo tenía claro que el chico iba a llegar muy alto, y viento en popa que iba el plan, ya que con tan solo 10 añitos, Gallardo era uno de los jugadores con mayor proyección del panorama balompédico español y era junto a Iker Casillas la estrella de las categorías inferiores de la selección española (eso que ahora llaman la Rojita).

En el Sevilla FC tampoco le iban nada mal las cosas y quemaba etapas en todos los escalafones de la cantera de manera fulgurante, tanto que apenas pasó por el filial y con tan solo 20 años, con los hispalenses en segunda y de la mano de Joaquín Caparrós se convierte en pieza importante del ascenso.

A la campaña siguiente debuta en primera división y su fútbol enamora. Se convierte en una de las estrellas de la Selección Sub 21 (en más de una ocasión sonó su convocatoria para la absoluta) e incluso de la selección Andaluza en los ya no tan clásicos partidos de navidad, su carrera iba directa al estrellato, tanto que su juego enamoró perdidamente a Van Gaal, por aquel entonces entrenador del FC Barcelona, que quería llevárselo a toda costa al equipo culé ofreciéndole un suculento contrato, pero Gallardo quería triunfar en su equipo de toda la vida, en el equipo de sus amores, así que declinó cualquier oferta por muy cuantiosa que fuera, pero quizás no fue del todo una buena decisión…

Todo iba a pedir de boca… hasta que se torció. Una fría noche de noviembre, Reyes marcaba un golazo al Real Valladolid que hizo poblar el Pizjuán de pañuelos, sus compañeros corrieron a felicitarle y se tiraron encima de él hasta que llegó Gallardo que en un acto de compadreo felicitó a Reyes por su golazo pegándole un minúsculo (pero seguro que gratificante) mordisquito en su Little soldadito. Obviamente nadie se percató de aquel gesto, pero ya saben cómo es el fútbol moderno, hay cámaras que ven el pre-partido, el partido, el post-partido, leen los labios a los técnicos, futbolistas, y presidentes en conversaciones privadas e incluso a persiguen a los jugadores cuando van a la pelu a darse mechas, además hay que rellenar como sea toda la hora que algunos telediarios dedican a la información deportiva, por lo que este inocente bocaito se convirtió en trending topic (?) de la semana, creando una desmesurada alarma social: las señoras se tapaban los ojos al ver el video y clamaban justicia, los padres prohibían a sus hijos marcar goles en el recreo por si a alguno de sus compañeros le daba por imitar la celebración e incluso la Federación entró de oficio para contemplar una posible sanción.

Gallardo, debido al revuelo mediático causado por este hecho, tuvo que disculparse publicamente y a partir de aquí su carrera dejó de ir meteóricamente hacia arriba para recorrer el camino inverso. Su rendimiento bajó llegando incluso a soportar las iras de los aficionados (no siempre del todo justos con la gente de la casa), llegando a disputar partidos con tapones en los oídos para no escuchar los silbidos que recibía al tocar cada pelota. Ello, unido al bajón de su rendimiento hizo que Paco Gallardo decidiera cambiar de aires, por lo que buscó minutos con una cesión al Getafe CF, donde empezó la temporada a buen nivel, pero donde las lesiones no le dejaron triunfar, lo que no supuso necesariamente que desaprovechara el tiempo ya que una vez en Madrid se dejó ver por algún bar de moda donde no se sabe si por su parecido a Rafi Camino (?) o si porque con el mordisco a Reyes le sustrajo todo su mojo al utrerano, pero Gallardo se convirtió en la comidilla del cuore patrio al ligarse a una buena y televisiva moza, de tan buen ver como Nani Gaitán.

Terminada su cesión en el Getafe, vuelve a la disciplina sevillista, donde no cuenta para el nuevo entrenador Juande Ramos, por lo que en diciembre se le vuelve a buscar acomodo en el Vitoria de Guimaraes, en el que renaldea de lo lindo pegando la espantá a las tres semanas de llegar debido a que Joaquín Caparros estaba interesado en contar con él para el Deportivo de la Coruña, donde permanece el resto de temporada con más pena que gloria para pasar posteriormente al Real Murcia en el que coincide con viejos conocidos como Marañón, Aranda, Antoñito, Bruno o Pablo Ruiz. En Murcia permanece tres temporadas, logrando un ascenso y un descenso y con una pérdida progresiva de importancia en el equipo hasta que Javier Clemente decide apartarlo de la plantilla junto a varios compañeros, pasándose en blanco casi toda su última temporada en el equipo de la ciudad protagonista de una de las clásicas galas con más glamour de la historia de la TV. A principio de la temporada 2008/09 Paco Gallardo, asqueado y decepcionado con el fútbol e inmerso ya una clara decadencia futbolística, pasa a engrosar las amplias listas del Sans Club, hasta que el modesto Huesca se acuerda de él en el mercado de invierno dándole una nueva oportunidad de demostrar que no se le había olvidado todo el fútbol que demostró en primera etapa en el Sevilla, coincidiendo en las dos temporadas en las que ha permanecido en el club aragonés con amigos como Toni Doblas o Marco Navas.

Al finalizar la presente campaña, se desvincula del Huesca y quién sabe si animado por su vieajero amigo Bezares decide probar las mieles de algún destino exótico, recalando en la siempre atractiva liga húngara, concretamente en el Diósgyőri VTK, donde ya ha hecho grupito con otros ex sevillistas como Carreño y el veterano Luque y donde le deseamos que tenga toda la suerte del mundo.

Paco Gallardo, iba a comerse el mundo y se comió… bueno, ustedes ya saben.