domingo, 19 de mayo de 2013

MANUEL PALENCIA DÍAZ. EL GOLEADOR OLVIDADO Y LA LEY DE LOS PEQUEÑOS NUMEROS

 
Hoy tenemos el lujo de contar con Álvaro Yanes (@alvayanes en twitter), autor de Salmón Palangana, uno de los blogs más interesantes de la blogosfera sevillista que nos deleita con una historia de las de antes, de las antiguas, de las de cuando el fútbol era una afición de extranjeros en pantalones cortos impropia de gente de bien, una historia sin desperdicio alguno que estoy seguro disfrutarán tanto como lo hemos hecho nosotros. Os dejamos con con ella.

Como hoy juego fuera de casa desecharé la posibilidad de hacer el pollaboba aunque la realidad es que este magnífico blog –del que soy asidua parte pasiva, hoy honrado de serlo activa- se presta a ello. Los que hayan leído algunos de los artículos que perpetro en mi humilde bitácora sabrán que, en ocasiones, gusto realizar una serie de jueguecitos o acertijos de interactuación como introito al tema a tratar. Como digo, hoy descartaré tal posibilidad y doy la solución incluso antes que el problema. Para hablar de La Ley de los Grandes Números en contraposición a la Ley de los Pequeños Números, les insto a que lean este enlace donde el profesor Conthe (que no tiene nada que ver con el que hartaba de surtir de balones a Toni Polster) la expone con su maestría habitual ayudándose del ejemplo del cáncer de riñón en los Estados Unidos. Si no les apetece echarle un vistazo –cometerían un gran error, aviso- la explico un poco por encima.


Imaginemos que en el Macarena nace un niño al que se le detecta un caso de progeria, que es la enfermedad de los niños que nacen como Brad Pitt en El curioso caso de Benjamin Button. ¿Podríamos concluir que Sevilla es uno de los sitios del mundo donde estadísticamente más casos de progeria hay? La realidad es que sí. Pero eso es tan real como absurdo. “Culpar” a Sevilla por ello es surrealista porque, analizando el mapa del mundo, hay 48 casos en el globo. Y uno es en Sevilla como lo pudo ser en Kinsasa. El espejismo de los pequeños números ponen a Sevilla como una ciudad proclive a esta enfermedad rara, pero cuando te vas a la Ley de los Grandes Números y ves que es una gota en el océano, detectas lo incoherente de la sentencia. Cuando miremos un mapa de la progeria en el mundo dentro de 40 años, no aparecerá Sevilla.


La ley (o espejismo) de los pequeños números es la técnica usada por virtuosos de la estadística para exprimirla de forma torticera hasta el infinito y más allá en aras de tangar al personal e intentar convencerlo de una boutade. La estadística y los números deben servir para justificar algo y nunca ser al revés ya que así corres el riesgo de desprestigiar tamaño método de análisis. En estos casos de ignominioso ataque a la estadística, el personal intenta, mediante una reducción al absurdo (en ocasiones hilarante, cuando no de vergüenza ajena), elevar a tautología lo que no es más que media verdad con tal de intentar calar en el subconsciente del lector las bondades de su producto. Por cierto que, cuando hablo de su ensalzamiento de presuntas excelencias de su “producto”, también me vale la expresión “amor”, con la inherente carga de autoengaño que ello conlleva (a esto volveré después). Y, como no, se admite “dinero” como animal de compañía en este concepto de “amor”, ya que hablamos de fútbol donde pululan especímenes de la más baja estofa, amantes impertérritos de la media verdad cuyo único fin es tener la de Ubrique hasta los bordes. Su natural asunción no es sino una muestra más del sensacionalismo cutre en el que estamos imbuidos.


Pero vamos. Que cuando hablamos de amoríos verdaderos y pasión hay que ser más indulgente, por, como dije antes, el autoengaño y la entrañable cerrazón que en ocasiones mostramos los que así somos para ciertas cosas. Empezando por la Semana Santa y terminando en Sevilla y Betis, Betis y Sevilla, pasión, alma, corazón y vida de los aficionados futboleros de nuestra bendita Híspalis. 


El último ejemplo práctico de la ley de los pequeños números en materia deportiva lo he visto el domingo pasado. Resulta que hay un gachó tunecino con una pinta espectacular de jugadoraco de basket y que el Real Madrid lo ha fichado para su equipo del año que viene. Este chaval debutó en la liga el domingo jugando con el Blusens Monbus metiendo 20 puntos y cogiendo 15 rebotes en 19 minutos. Miren que titular y que aplicación más bonita del espejismo de los pequeños números. Para ilustrar la noticia, en aras de llamar la atención del lector, y para ir vendiendo la virtud del producto (Marca, Real Madrid ¿me siguen?), se mete a Sabonis (casi nada) para comparar la hazaña de Mejri. ¿Es mentira lo que se dice? No. Pero hombre....hablar de Sabonis son palabras mayores.


Según esta ley de los pequeños números (joder. Me he pasado tela con la introducción) el protagonista de nuestra historia es el mejor goleador de la historia del fútbol español por minutos jugados y mi Sevilla, el club donde realizó el récord. 3 goles de media por partido. Aquí tienen la lista completa


Y aunque sólo sea por ello, por la indulgencia que les pido para con un sevillista al hablar de su pasión, y porque tal día como el de la publicación de este artículo nuestro protagonista hubiera cumplido 100 años, Manuel Palencia Díaz, el goleador olvidado, merece este humilde homenaje.


Lógicamente, y por aquello de La Ley de los Grandes Números, a nivel FIFA no aparece ya que hay que jugar 200 encuentros para estar ahí. La lista la encabeza el portugués Fernando Peyroteo (1,68 goles por partido), seguido por Bican (1,52), Brambrick (1,32), Schlosser (1,31) y Deak (1,28). Curiosamente los cinco son de ligas menores y los cinco de la primera mitad de siglo, lo cual implica unas conclusiones evidentes en las que ahora no vamos a entrar. Pero bien; a lo que iba. En España, sin embargo, no rige “de forma oficial” la Ley de los Grandes Números por lo que Palencia tiene el mejor promedio goleador de toda la liga española como se puede ver en el enlace que antes se hipervinculó. Al igual que Salah Mejri no es Sabonis, Palencia no ha pasado a la historia del fútbol español como gran goleador, olimpo donde si están Zarra, Messi, Cristiano o Lángara. Y tampoco ocupa un lugar primordial en los históricos realizadores sevillistas donde destacan Arza, Campanal o Kanouté. Pero su récord está ahí y de su interesante historia vamos a hablar.


Manuel Palencia nació el 19 de mayo de 1913 en la provincia de Huelva, concretamente en los dominios donde se dibuja el brandy Luis Felipe (honor). Desde pequeño apuntó como descollante delantero centro por lo que vino a Sevilla a probar fortuna militando fugazmente en las inferiores del Betis para, posteriormente, enrolarse de forma definitiva en los amateurs del Sevilla. Su innato olfato para el gol lo colocaron como el indiscutible nueve del prometedor segundo equipo sevillista del año 35 donde ya destacaba junto al posteriormente stuka Berrocal o al mediocentro Félix, pilar del glorioso Sevilla de la década de los 40. En la copa Amateur de esa temporada 34-35 el Sevilla amateur arrolla a todos los equipos en la Copa de España. 0-5, 6-0 y 6-0 son sus resultados hasta la final, que la gana 6-1 en Chamartín. Un Palencia desbordante es el máximo realizador del equipo, destacando especialmente el póker de goles que le hizo al Imperio en el set en blanco que los murcianos se llevaron en cuartos de final. 


En la siguiente temporada, la 35-36, la Copa de España Amateur vuelve a llevársela el Sevilla con Palencia como estrella. Como no, es el máximo goleador del equipo. El día de la final en Mestalla y a pesar de que el Sevilla llegó con el tiempo justo tras una odisea de viaje causada por una avería del autobús en Valdepeñas, ganan los nuestros por 3-2 al Zaragoza con un hat trick de se pueden imaginar quién. Esta es la foto del Sevilla campeón. Palencia es el que está a la vera del entrenador. El que te está mirando.



Ese año se produce la otra gesta de nuestro protagonista.


Hay que tener en cuenta que en el fútbol de antes no había ni cambios, ni lesiones, ni, mucho menos, rotaciones. Ahí daba igual que se jugara en Barcelona, Gijón, Sevilla o Vigo (imagina cruzar España en las carreteras de hace 80 años), las lesiones y lo que quieras. Si el delantero centro del Sevilla era Campanal, Campanal era el que jugaba siempre. Y el gordo era mucho gordo, como lo muestran los 214 goles que metió con nuestra sagrada casaca. De los 23 partidos de liga que el Sevilla jugó en la 35-36, Guillermo Campanal disputó 22. El único choque en el que no participó fue contra el Arenas de Getxo, rival al que el Sevilla gana con un contundente 4-0, día de los tres goles del joven Palencia. Fue el único partido que jugó como profesional. Un partido y tres goles, que lo siguen colocando 80 años después como el goleador con mejor promedio de la primera división española.


En ese momento estalla la Guerra Civil y con ella las ilusiones de muchos futbolistas. No se pierdan la historia de Saturnino Navazo de Informe Robinson y la incidencia de la Guerra Mundial. Que el inglés cada vez habla peor en cristiano -a pesar de llevar en España dos años menos que la Puerta de la Carne- pero hace un programón espectacular. La historia futbolística de Manuel Palencia Díaz, aunque a menor escala, también está marcada por la guerra. 


Días después de la final de España amateur disputaba en Valencia, estalla la Guerra Civil. El fútbol en España se paraliza a nivel competitivo durante el periodo bélico, pero el Sevilla se mantiene a duras penas gracias al ímprobo trabajo de Sánchez Pizjuán, Antonio Sánchez Ramos y Pepe Brand. El equipo mantiene una base, jugando torneos amistosos o partidos solidarios durante la contienda. Manuel Palencia es integrante de esa plantilla del Sevilla disputando en esos 3 años 27 partidos y marcando 25 goles (el décimo futbolista del equipo que más juega, incluso dos partidos más que Campanal). Pero acaba la guerra y en el Sevilla de la 39-40 Manuel Palencia no está. ¿Ha fichado por otro equipo tal vez? ¿Ha tenido que dejar el fútbol por la guerra? Pues no. Con 26 años, Palencia decide no pasar a profesionales sino mantenerse en el equipo amateur. ¿La causa? ¿Influyó la guerra en su decisión? Ni lo sé ni quiero elucubrar mucho pero todo indica que, tras acabar la contienda, no quiso (o no pudo) ser profesional sino que se dedicó a otras cosas pasando el fútbol a ser un mero hobby para él. Por las razones que sea, Manuel Palencia decide no convertirse en profesional sino que permanece en la plantilla amateur, que en su mayoría estaba compuesta por jóvenes y prometedores valores, pero también por algunos trabajadores de otros ramos, no profesionales del fútbol, que eran unos magníficos peloteros y unos apasionados del deporte. 


Con el Sevilla amateur, como no, vuelve a colarse en la final de la Copa de España de la 39-40 aunque en este ocasión no pueden levantar el trofeo. El Sevilla de los Guillamón, Antúnez o Palencia cae por 4-2 ante el Sporting Avilesino. Creo que es innecesario -por reiterativo- que les diga quien marcó los dos goles del Sevilla.


En el año 40 deja el Sevilla para volver a su tierra natal. No sabemos si porque era ya mayor para los amateurs o si fue por temas profesionales. El caso es que el delantero retorna a Huelva donde se enrola en el Recreativo Onuba de tercera división. Ahí juega un par de temporadas y termina retirándose cuando no contaba ni con 30 años lo que puede ser un indicativo más de que el fútbol era algo secundario en la vida del delantero de los tres goles. Mírenlo que sonriente está el amigo, el quinto por la derecha en esta foto tomada durante su periplo en el Onuba.
Tras su retiro como jugador, hay pocas referencias. Se sabe que se dedicó a su pasión, esta vez como entrenador de equipos de la zona. Su vinculación con el Sevilla debió seguir de manera indirecta ya que entrenó a filiales nuestros como el C.D. Alcalá -del cual fue su primer entrenador, consiguiendo ser campeón de la Regional Preferente del año 47-48- o el Coria entre otros.


En el tercer anillo, en el día de su 100 cumpleaños, me lo imagino celebrándolo con una pachanguita junto a sus amigos Campanal, Tache, Chico Charlot o Torrontegui. Y, seguramente, marcando más goles que nadie.

Artículo cortesía de Álvaro Yanes (@alvayanes)

7 comentarios:

Rinat Rafaé dijo...

GRANDÍSIMA HISTORIA!! Muchas gracias a Álvaro por darnos a conocer a este jugador (yo lo desconocía por completo)

Un futbolista de espíritu bohemio, de los que jugaba a la pelota por puro placer y que muchas veces se ignoran en los libros de historia, aunque me encantan leyendas de futbolistas que eran estrellas pero absolutamente desconocidos!!

Jose MME dijo...

La información del jugador de baloncesto está malinterpretada pero el artículo es tremebundo. Sólo se puede aplaudir.

¿Sería el Trinche Carlovich sevillista?

Dani dijo...

Respecto a lo de Michael Robinson y su mal habla del español después de tantos años en este país... No es el único: yo le he arbitrado un par de partidos a Mike Smith, y el hombre, después de todo el tiempo que lleva en España (y siendo español nacionalizado), habla el español peor que mi hermano pequeño... Si no, ved este vídeo...
PD: Mike Smith estudió español en Opening, fijo.

Anónimo dijo...

Buena historia, ahora 3 goles en 90 minutos está más o menos en el promedio de Babá la temporada pasada...

Por cierto, que si no me falla la vista creo que el primer sevillista con cierta base de partidos en esa lista es Araujo, con 0,671 goles por partido y después Campanal I y... ¡Bebeto!

Alvaro dijo...

Bueno
Agradecer una vez más a los amigos colussokukletiles la invitación para formar parte de su blog como firma invitada.

Michael Robinson, como Mike Smith o Cruyff no hablará bien español en la vida por mucho que estén aquí. El último ejemplo fue Paulo Futre que parece que retransmitió la final de Copa mientras se comía un San Jacobo hirviendo.

He mirado de lo de Bebeto y en 136 partidos marcó 86 goles. ¡Buen promedio! En el Sevilla ningún gol en los 5 partidos.

Lo dicho una vez más. Gracias

Saludos

Señor dijo...

Fantástica historia, enhorabuena. No entiendo como siendo tan bueno no se le buscó acomodo en otra posición del campo para que jugara junto con Campanal

Por cierto, veo por la segunda foto de la entrada que lo de la gomina en el pelo apra jugar al fútbol no es cosa de Cristiano Ronaldo y sus secuaces estéticos, si no que ya en los años 30 estaba más que de moda...

Anónimo dijo...

Eran hombres de Dapper Dan!

http://www.vodkaster.com/Films/O-Brother/8925