GUILLERMO FEDERICO MOLINS PALMEIRO

En un lugar de Andalucía de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un secretario técnico de los de lanza en el iphone, cuartito de videos con el Digital +, rocín flaco y galgo canterano corredor.  Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda. El resto de ella concluía sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas y los días de entresemana se honraba con su vellorí de lo más fino... la jornada de liga.

Llamase este valeroso secretario técnico Vlada Stosic y contaba para su servicio con un considerado escudero que se preocupaba de su cuidado al que todos conocían como Pepe Mel el de la panza, hombre de bien, sencillo y bonachón al que nuestro brioso secretario técnico eligiese como compañero en sus mil y una aventuras.

El visionado de millares de videos del youtube buscando al jugador perfecto más barato para contentar a la feroz administración concursal habían hecho que en ciertas ocasiones Stosic confundiera la realidad, por eso se antojaba como buen fundamento que Pepe-Mel el de la Panza tratara de disuadirle en algunas de sus momentáneas locuras para que no se metiera en complicaciones.

Cierto día cabalgando los dos con sus rocines  encontrasen con un campo lleno de molinos a lo que nuestro valeroso secretario técnico exclamó “Ahí está, es el hombre que necesito. Lo lograré para el Betis a coste cero mediante un préstamo”, Pepe Mel el de la panza lo miró sorprendido y le espetó “pero caballero mío, mi secretario técnico, eso no son hombres, son molinos”.  Stosic miró cariñosamente a su escudero, le sonrío y le espetó “exacto estimado compañero, Molins, se llama Guillermo Molins y es sueco, pero de ascendencia uruguaya. Ha librado batallas en el Malmö FF, con los bravos vikingos suecos iniciándose en la batalla de Omán y ahora está en el Anderlecht de Bélgica, aunque se ha llevado mucho tiempo lesionado, pero solo tiene 21 años, es el futbolista que necesitamos y ya estoy inmerso en la ofensiva para obtenerlo desenfundando mi lanza/iphone que manda emails”. Pepe Mel se quedó perplejo, absolutamente perplejo y decidió no decir ni hacer nada para no robarle la ilusión, así que ató el molino a su borrico y lo arrastró sin llevarle la contraria a su amo hasta la hacienda de éste.

Nuestro valeroso secretario técnico quiso incluso presentarlo en sociedad en la que todos, por no decepcionarle participaron de la pantomima mientras los rufianes de los rotativos desorientados observaban aquel molino en medio de la sala de prensa y de como Stosic hablaba de lo buen chico que era que nada más llegar ya estaba loco por quedarse, de lo bien que le iba a venir al equipo, de sus cualidades y de que iba a darlo todo por el Betis. Todo el beticismo estaba sorprendido, pero más de piedra se quedó cuando Pepe Mel el de la panza decidió meter en el minuto 68 de partido en Vallecas a un molino. Obviamente el molino no hizo nada, tan solo movía sus aspas, rebotando en él alguna pelota. El Betis perdió 3-0, pero nuestro valeroso secretario técnico estaba orgulloso de que su estupenda adquisición constara en el césped y le exigía resultados con él a Pepe Mel el de la panza, que a escondidas explicó a sus más allegados que no podía decepcionar a su caballero por lo que lo pondría para no disgustarlo, así en la siguiente batalla contra los atléticos de Madrid, que fue doble, una a favor de su majestad el Rey donde puso a incordiar al molino toda la segunda parte para igualar a uno la contienda, lo que supuso la eliminación de la batalla y otra en el torneo por la regularidad en la que volvió a sacar a relucir las aspas del molino pero esta vez solo 11 minutitos. El Betis volvió a perder, aun así nuestro valeroso secretario técnico llamaba orgulloso a su escudero y le preguntaba por los progresos del nuevo chico. Pepe Mel el de la panza no podía decepcionarlo así que le volvió a poner al molino en medio del campo contra el Valladolid, esta vez 12 minutos con idéntico nulo resultado, el Betis empató a cero en casa, así que decidió que ya estaba bien y dejó al molino en la ciudad deportiva durante el resto de la temporada.

Nuestro valeroso secretario técnico estaba decepcionado con la ofensa que estaba perpetrando su escudero, lo llamaba y le arengaba que quería ver al gran Guillermo Molins, gran jugador sueco de origen uruguayo sobre el campo, pero Pepe Mel el de la panza se hacía el loco, hasta que a punto de terminar la liga, en un duelo por la conquista de las islas mallorquinas Mel accedió a los deseos de su caballero y sacó para los últimos 10 minutos al molino. El Betis volvió a perder y no ganó como era costumbre cada vez que sacaba el molino al campo pero aquella vez, nuestro valeroso secretario técnico tuvo un momento instantáneo de lucidez y preguntó “¿Pero qué demonios hace un molino ahí en medio del terreno de juego?” Sus acompañantes aprovecharon ese momento para explicarle que eso era el tal Molins, que siempre había sido un molino y que cada vez que salía no hacía nada, tan solo movía sus aspas, pero que su escudero Pepe Mel el de la panza, por el amor y el respeto que le profesaba no quería decepcionarle y se lo ocultó, jugándose su puesto por ello hasta que vio que era inviable.

Stosic se sintió tremendamente culpable, bajó a disculparse con su fiel escudero y le susurró “amigo, ya no tienes que protegerme más, he recuperado la lucidez, puedes devolver el molino”  y así lo hicieron, devolvieron a Molins el molino a Bélgica de nuevo y allí debe andar, moviendo sus aspas al son que marca el viento de levante.