viernes, 19 de julio de 2013

INVOLUCIÓN CAPILAR: INTI PODESTÁ



Buenas y elegantes tardes.


Voy a sincerarme con ustedes, realmente el analizar la involución capilar de Inti Podestá es tan solo una mera excusa para poder dedicarle unas líneas a uno de esos jugadores de raza que a mí personalmente tanto me gustan, por ello y ante la falta de una sección donde poder encuadrar a un jugador como el uruguayo, al ver hace poco en una entrevista como aquella desbocada e indomable melena rizada ha quedado para la historia (ver fotos adjuntas) vi la excusa perfecta para poder darme el gustazo de dedicarle un artículo, sintiéndolo por todos los que pudieran esperar una nueva entrega de las locas peripecias capilares de los protagonistas de esta sección. Vendrán más, no se preocupen.


La historia de Inti Podestá comienza en Canelones, un pueblecito a tan solo 10 Km de Montevideo un 23 de abril de 1978. Desde muy pequeño destacaba no solo por  el extraño nombre que sus padres le habían puesto, sino también por  lo incansable que resultaba en su deporte favorito: el fútbol, claro. Y es que ésta era la mayor característica de su juego, era incansable y desde el centro del campo iba allá donde estaba la pelota, a veces con cierto desconcierto táctico, pero siempre con fe, arrojo y coraje lo que hacía levantar a los aficionados de sus asiento. No resulto extraño que con tan solo 17 años fichara por uno de los equipos más punteros de Uruguay como el Danubio, donde ingresa en las categorías inferiores pero por poco tiempo, ya que debutar con el primer equipo y con la selección nacional sub 20 primero y con la absoluta en la Copa América del 99 después (aunque no llegó a disputar ningún minuto) van todo en un lapso de tiempo de tan solo dos años.


Era la hora de dar el salto a Europa y este llegará en agosto de 1999 de la mano del Sevilla FC de Marcos Alonso, recién ascendido tras dos años en el infierno y que poco menos que había decidido confiar a Paco Casal el volverse a asentar en la élite, porque de la mano del representante charrúa llegan de una tacada sus compatriotas Rabajda, Otero y Zalayeta, además del propio Podestá y de Olivera y Tabaré Silva que ya pertenecían a la plantilla, formando de esta manera un numeroso clan de uruguayos en el equipo, por lo que uno no sabía si realmente el Sevilla se había interesado realmente en Podestá o es que este venía de paquete en alguna operación, aunque no le salió mal la jugada.


Los aficionados pronto pudieron observar que Inti era distinto al resto de sus compatriotas, introvertido, reservado y tímido huía de la prensa y de las polémicas dedicándose a hablar sobre el campo, donde su absoluta entrega en cualquier puesto en el que el entrenador lo pusiera (llegó a jugar de medio centro defensivo, atacante, interior derecha e incluso de lateral) conquistó a los sevillistas desde su llegada que rápidamente lo compararon con Simeone, haciéndose rápidamente con un puesto de titular. 


El 7 de noviembre de 1999 el Sevilla empata a cero en el Sánchez Pizjuán contra el Athletic. Podestá ha disputado los 90 minutos del encuentro, sin embargo tras el mismo comienza a sufrir una serie de molestias en la rodilla que serían el comienzo de un autentico calvario para el jugador. No vuelve a disputar un partido en el resto de la temporada, aciaga temporada en la que el Sevilla desciende de nuevo. Inti logra recuperarse para comenzar la nueva campaña en segunda de la mano de Caparrós, sin embargo los médicos no logran hacer desaparecer por completo las molestias en sus rodillas a pesar de los antinflamatorios y las infiltraciones para regenerar el calcio de su maltrecha articulación, perdiéndose, otra vez, el grueso del campeonato. Logra recuperarse para la recta final y definitiva, haciéndose de nuevo con un puesto en el equipo titular y siendo parte importante del ascenso, goleando en las victorias contra el Badajoz y el Córdoba, pero sobre todo y por lo que permanecerá en la memoria de miles de sevillistas marcando el gol que devolvía de nuevo al Sevilla a primera en el decisivo partido contra el Tenerife. 


Era el minuto uno de la segunda parte, el Sevilla sale con ganas, tocando la pelota  y tras una jugada trenzada de todo el equipo el balón llega al Nico Olivera, que hace una pared con Zalayeta y se inserta en el fondo del área, dejando el balón atrás para que Podestá con un toque sutil burle al portero y marcara aquel inolvidable gol. Un justo premio para quién llevaba cerca de año y medio luchando por volverse a sentir futbolista.


El Sevilla estaba de nuevo en primera y Podestá también, Caparrós le tenía reservado un puesto fijo en el once, a pesar de la llegada de nuevos mediocentros como Torrado o Tomás, siendo básico en su esquema por el pundonor que le contagiaba al equipo y así transcurre durante las 14 primeras jornadas, pero otra vez la fatalidad de su rodilla se cruza en su destino un 8 de diciembre de 2001, de nuevo en un partido contra el Athletic en el Sánchez Pizjuán, a partir de aquí el jugador sufriría un martirio del que ya no podría salir. 


Se pierde el resto de temporada, en noviembre de 2002 reaparece contra el Deportivo y vuelve a recaer, no vuelve a jugar hasta junio de 2003 al disputar media parte en la última jornada de liga contra el Valencia. Cuando parecía que podía volver a jugar, recaía pero Inti era un luchador y no se rendía, hacía de la orden de dos mil cuádriceps al día para no perder la forma y por fin le llega la recompensa de volverse a sentirse futbolista después de múltiples  operaciones que lo había dejado medio cojo, reapareciendo en un partido contra el Rácing a finales del 2003.


La siguiente jornada de liga enfrentaba en Nervión al Sevilla y al Zaragoza y por fin Podestá iba a poder disfrutar de dos partidos seguidos. Aquel 7 de diciembre de 2003 se cumplían justo dos años de la lesión y el diluvio que cayó sobre el césped del Pizjuán no parecía presagiar que hubiera nada que celebrar, para colmo el Zaragoza se adelanta y se pone 0-2 antes del descanso, pero Inti Podestá con su habitual empuje tiró de épica y en las condiciones más complicadas consiguió empatar el partido con dos goles, el primero tras un cabecear una falta sacada por Martí y el segundo también de un fuerte testarazo, que empujaron al Sevilla a remontar con un último tanto de Antoñito. Podestá acabó el partido expulsado, pero qué más daba, había vuelto a sentir el gusanillo de ser futbolista, del éxito, de escuchar como un estadio entero corea tu nombre y albergó de nuevo la esperanza de poder recuperarse para el fútbol. Consiguió encadenar seis partidos consecutivos entre liga y copa, pero nuevamente se resintió de su maldita rodilla y tuvo que parar. Unos minutos contra el Mallorca en febrero de 2004 en los que le da tiempo a darle una espectacular (¬¬) asistencia de gol a Martí, fueron los últimos que disputó con la camiseta del Sevilla y como futbolista, pues nuevas recaídas le hicieron tomar la determinación de dejar definitivamente el fútbol al concluir la temporada con tan solo 26 años. No podía más, había luchado pero su última recaída había sido la gota que colmó el vaso “Hice lo que pude para recuperarme, pero no lo logré” declaró en su nota de despedida.


Hoy en día Podestá ya no luce aquellos rizos que se desbocaban en un campo de fútbol, vive alejado de la ciudad, sin móvil, en el campo, dedicándose a sus negocios, una papelería y plantaciones de olivos. Tiene que ir al gimnasio cada día para que no se le hinche la rodilla, y ha sido operado dos veces más desde que se retiró del fútbol, ni siquiera puede correr, por lo que no ha vuelto a tocar una pelota, pero que no se preocupe porque hay aficionados a los que nunca se les olvidará como luchaba cada una de ellas que se interponía en su camino. Inti Podestá, casta y coraje.

4 comentarios:

Rinat Rafaé dijo...

Fantástico artículo. Podestá estaría orgulloso seguro!! ;-)

Anónimo dijo...

soberbio. Añadiría el hecho del dinero que le perdonó al Sevilla, cuando podía haber terminado su contrato.

Tengo la suerte de conocerlo. A ver si le podemos hacer llegar estas palabras. Seguro que se pone colorado.

itsawindow dijo...

El último inti no se parece al primero

Rinat Rafaé dijo...

Amigo itsawindow esa es la magia y la ilusión de la involucío capilar... no desvelaremos el truco todavía.