El fútbol para muchos es casi una
religión, y no faltan los que la unen con su religión “oficial” afirmando que Dios
es de su equipo, o le ponen a su equipo el nombre
de un dios, o un futbolista les inspira tanto que fundan un culto a
su nombre.
Por su parte los béticos pueden decir a boca llena que Cristo jugó en su equipo. Es cierto que ha habido otros cristos en la Liga española, pero esto es como la Semana Santa, que todo el mundo piensa que su Cristo es el más guapo.
José Cristo Vázquez nace en
Sevilla el 12 de Marzo de 1947. Nació en la calle Sol, en la Puerta Osario, muy cerca de la Iglesia de San Román,
donde su abuela rezaba cada día al Manué para que su nieto creciera fuerte y
sano, encontrara un buen fin y tuviera una vida sin penas.
Al pequeño Joselito le gustó la
cosa del fútbol y empezó a jugar en el modesto Escardón Balompié. Empezó como
delantero centro con lo que tenía el gran poder para meter los goles que
consiguieran la sentencia a favor de su equipo. Un día fue a verlo un ojeador
del Betis y él hizo un partidazo mostrándose en su soberano poder ante él.
Rápidamente firmó por el conjunto verdiblanco.
Jugándose salud y sangre fue
subiendo escalafones hasta llegar al Triana Balompié. A esas alturas se había
despojado de la posición de delantero centro, evolucionando a extremo
habilidoso y goleador, lo que por otro lado le hacía sufrir un calvario cuando
tenía delante un lateral agresivo que se tomaba la responsabilidad de que
Cristo no pasara como un sagrado decreto, y le daba patadas hasta provocarle no
menos de tres caídas por partido.
Con 20 años, en la temporada
1967-68, el entrenador César Rodríguez le da la oportunidad de debutar con el
primer equipo en un partido en Valencia, en lo que supuso su presentación al
pueblo de la Primera División.
Cristo cumple con las expectativas puestas en él y apenas un mes más tarde ya
es habitual en la Selección Española
sub23. Sus buenas actuaciones no evitaron, sin embargo, el descendimiento del
club a la Segunda División.
Cristo, en su primera temporada
jugó 10 partidos y marcó cinco goles. En su segundo año jugó 11 partidos y
marcó un gol. Si bien cuando jugó siempre cumplió, las lesiones le hacían
sentirse en el desamparo, pues no encontraba la continuidad necesaria. Desde el
club pensaron que un jugador que se lesionaba con tanta facilidad no era rentable,
y que hacer un cambio de cromos mandándolo al Sabadell a cambio de Frigols y
Torrens sería buena idea.
Cuando el Betis le dijo las
temidas siete palabras (“no contamos
contigo para el año próximo”), José se encontró en un callejón sin salida,
pues no sabía si sería bueno aceptar o no la marcha al Sabadell. Pensó al
principio que sí, que era lo mejor sacrificarse por el bien del Betis y por el
suyo propio, pero luego le entraron dudas y éstas se reflejaron en su extensa
contestación:
“¿Hoy nadie velará por mí? Rogelio, Quino…¿hoy nadie me acompañará?
Rogelio, Quino…Yo quiero decir si puedo pedir que apartes de mí este cáliz. Ya
no deseo su amargura, ahora quema. Yo he cambiado y no sé por qué ha empezado.
Yo tenía fe cuando comencé. Ahora estoy triste y cansado, mi camino de dos
temporadas me parece que son treinta y, ¿qué más puede un extremo hacer? Si del
Betis me he de ir, que se cumpla todo lo que tú quieres de mí, deja que me
fichen, que me manden a Sabadell. Yo quiero ver, Betis, quiero saber, señor…Si
del Betis me he de ir, dime si es porque he de ser mejor de lo que fui, dime si
mi carrera con mi marcha he de cumplir. Yo quiero ver, Betis, quiero saber, señor,
con irme que voy a conseguir, al irme que voy a conseguir, quiero saber, señor.
¿Por qué he de irme? ¿Por qué? Dime porque quieres que me vaya a Sabadell,
muéstrame el motivo, dame un poco de tu luz. Di que no es inútil tu deseo y yo
me iré. Me enseñaste el cómo, el cuándo pero no el porqué. Muy bien, yo me iré,
pero, pero por favor, cuando me vaya, cuando me vaya, mírame, por favor. Mira
mi marcha.”
Y Cristo se marchó al Sabadell,
donde se convertiría en alguien muy apreciado, algo que se repetiría en todos
los equipos en los que estuvo, como el Murcia (1973-76), Elche (1976-78),
Salamanca (1978-79), Palencia (1979-80) y Jaén (1980-81).
Este cachorro de la cantera
bética expiró tras una larga enfermedad el 28 de Mayo de 2010. Si bien en lo
deportivo siempre fue un gran ejemplo de cómo sacrificarse por el equipo, en lo
personal fue una fuente de inspiración mientras luchaba con la enfermedad que
se lo llevó, pues no dejó de pelear ni aún sabiendo que iba a morir.
Y ahora se puede decir a boca
llena que Cristo ve los partidos del Betis desde el cielo.
6 comentarios:
¡AMÉN!
PD: ¿Es verdad que se retiró a los 33 años?
Brutal, a mitad del artículo (letras en cursiva) he estado a punto de arrancarme con una saeta.
Me parece fantástico.
Así me gusta amigo Fesaro! Poniéndose al día con el blog y comentando sus impresiones... ¡¡a ver si aprenden los demás joder!!
Mil gracias.
Hola,
Enhorabuena por el Blog. Seguid así.
Este jugador era amiguete de mi padre de niños. Siempre me habló de él como un fenómeno jugando a la pelota y que fué una pena lo de las lesiones. La verdad es que no esperaba verlo.
Un saludo.
Mi padre tambien jugaba en el barrio con este hombre. Siempre me lo ha puesto como ejemplo de jugadorazo sin suerte. Una lástima.
Un saludo
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