Buenas y elegantes tardes.
Hay que ver el tiempo que llevaba sin
ofrecerles nada en esta capilo-involutiva sección… que quieren que les diga, le
cuesta a uno sacar tiempo para juntar cuatro letras entre el trabajo (saben de
aquel que le dijo a un amigo que se había encontrado un unicornio en el curro y
el amigo le contestó sorprendidísimo “¿Pero tú tienes curro?” Pues ese soy yo,
uno de ese escaso porcentaje que aun tenemos trabajo), la familia, la vida
conyugal (a pesar de que en mi casa se
hace lo que yo obedezco) y un poco de ocio (y de perrería, porque no decirlo)
Pero bueno ¿me han echado de menos o no? Pues no se preocupen que ya estoy de
vuelta para hablar de pelos ¡y de menudos pelos vamos a hablar hoy! Porque hoy
les traigo uno de mis favoritos de esta sección, el bravo centrocampista bético
Antolín Ortega.
Antolín nació en Madrid y en la cantera
del Real Madrid comienza a desarrollarse en esto del balompié, tras un breve
paso por un Osasuna en horas bajas que merodeaba por tercera división tuvo su
primera oportunidad seria en el Castellón, donde lucía un cabello corto (como
podemos ver en la primera imagen) pero moderno, ya que Antolín no era ajeno a
las moderneces de la época, por eso cuando lo fichó el Cádiz se dejó crecer el
pelo como signo de rebeldía juvenil y completó el círculo con todo un señor
bigotón tan frecuente entre los jugadores de fútbol de la década de 70 cuando
se materializó su traspaso al Betis.
Antolín era todo un tarzán, un Adonis de
larga cabellera y poderoso aspecto varonil
(foto 3), pero de repente las ideas le comenzaron a clarearse. Su compi García Soriano le habló de la técnica de la cortinilla como método para evitar que el color
carne de la cabeza fuera visible (las fotos 4,5 y 6 nos demuestran el nulo
éxito ante tal involución), lo que desde luego no influyó para nada en su rendimiento
futbolístico, ya que Antolín Ortega se convirtió en bastión del mediocampo
bético durante ocho temporadas, convirtiéndose en uno de los jugadores más
carismáticos del equipo… pero la dura guerra capilar la estaba perdiendo, así
que en un último intento de no dejarse ir, decidió plantarle cara como un
soldado, afeitarse y adoptar un aspecto mucho más intimidatorio que el anterior: El
look de Chuck Norris (foto 7).
Al final, los estragos de la edad fueron
inevitables y un Antolín Ortega ya veterano y bien entrado en la treintena (pero
con pinta de señor de cincuenta) afrontó su última temporada en el Betis y una
más en el Recreativo de Huelva con la desazón de haber perdido la contienda
capilar definitivamente pero con el continuo interés en intentar disimular la
derrota aunque fuera peinando un poquitín el flequillo (fotos 8 y 9).
Tras retirarse de fútbol montó una tienda de deportes en Dos Hermanas, sigue siendo un jugador
muy querido por el beticismo y muy acertadamente recuperó para la
causa el bigote, pero la cabellera… amigo, esa se perdió para siempre como
podemos ver en la última foto.
4 comentarios:
Buenas, no conocía este blog y me gusta mucho,ademas aprecio que existan blog como este que lejos de abarcar muchos campos como por ejemplo es el caso de http://golypunto.blogspot.com.es/ nuestro blog, son fieles a unos coleres!!
Un saludo
Hablando de involuciones capilares, el que esté libre de culpa que tire la primera piedra, hombre joder, habría que veros a todos vosotros.
En fin, que ayer vi en la tv a Mágico Díaz, que ahora es el representante de no sé quién, y sin llegar a estar muy perjudicado capilarmente, claro, uno echaba en falta la melena.
Con Dios.
Padre, digale a su discípulo aracnido que lo echamos de menos por estos lares. ¿Está bien? ¿Acaso un exorcismo o similar lo tiene postrado en cama?
Lo último que supe de él fue su canación a Babá por los Ramones
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