RAFAEL RODRÍGUEZ CASTRO “RAFITA”

Nacido en la bella localidad de Ponteareas (Pontevedra) una encapotada tarde de abril de 1966, Rafael Rodríguez era el pequeñín de su pandilla de amiguitos, de ahí que todos los niños lo conocieran con el diminutivo de su nombre. En caso de que su futuro estuviera ligado a la práctica de algún deporte, todos hubieran apostado que éste sería el ciclismo debido a su alcurnia familiar, no en vano su padre fue campeón de la Vuelta a España en 1950 y su tío también la ganó en 1945, pero no le picó tanto el gusanillo de los pedales como el del balón a pesar de semejante linaje y ser el pequeñín no fue impedimento para que cuando Rafita salía a jugar a las pistas de futbito de su colegio, en esos partidos a vida o muerte que se jugaban durante el recreo en los que coincidían hasta cuatro clases distintas jugando cuatro partidos diferentes en el mismo campo, destacara por encima de las cerca de 50 personas que intentaban marcar un gol para humillar a sus compañeros una vez el silbato del profesor sonara y tuvieran que ir a la fila para volver a clase. Si esto lo hacía con medio centenar de personas en unas dimensiones de 40x20, cuando jugaban un partido oficial de 6 contra 6, su nivel futbolístico sobresalía entre todos los chiquillos de la escuela por lo que no fue raro que el equipo de su localidad se interesara desde su más tierna infancia en él y no solo eso, sino que también el Celta de Vigo mostró interés en aquel rapaciño que perfectamente peinado terminaba los partidos como si acabara de salir de la ducha. No funcionó su aventura como celeste, así  que ya crecidito y hecho un hombre se enroló en el Cd Ourense donde coincide con Manolo Preciado y se destapa como el goleador del equipo, despertando el interés de equipos de mayor categoría como el Deportivo o el Valladolid, pero no escuchó oferta alguna porque en el verano de 1988 llegó una buena noticia en un sobre lacrado a su casa: El Sevilla estaba interesado en hacerse con sus servicios, en un principio para el filial, pero con la posibilidad de promocionar al primer equipo si sus actuaciones eran las esperadas.

No se lo pensó dos veces, recogió sus bártulos, se despidió de su familia, titos, abuelos, primos, bicicletas, etc y se fue a la estación de autobuses para adquirir un billete que le llevara a la otra punta del país. Tras 20 horas de viaje llegó a La Estación del Prado y sin querer descansar un solo segundo y tras superar la confusión de comprender que efectivamente los autobuses urbanos eran los naranjas, cogió el 5 y se plantó en Eduardo Dato para firmar su contrato con el equipo nervionense. Con la ilusión de llegar a un equipo de primera no se planteó ni siquiera la posibilidad de buscar piso, marchándose directamente a la Ciudad Deportiva a conocer a sus nuevos compañeros, jugaría con el Sevilla Atlético, pero entrenaría con el primer equipo lo que le hizo pensar que algún día tendría la oportunidad de debutar en primera y lo hizo. Tan magna fecha llegó en la jornada 15 del campeonato. Azkargorta quiso tirar del canterano para revertir la situación del horroroso partido que estaban jugando contra el Valladolid (pero horroroso, tan horroroso que TODOS los jugadores fueron calificados con un 0, excepto Moi que dejó uno de esos detalles de clase a los que nos tenía acostumbrados y que pagan por si solos la entrada de un partido regateando en una loseta y sin balón al defensor) sustituyendo a un lesionado a Diego tras el descanso, pero esta primera (y fallida) toma de contacto  fue la última aquel año y no tuvo ninguna continuidad. 

La siguiente temporada debía ser la de su confirmación, comenzó ilusionante la pretemporada, goleando incluso en algún partido, pero a la hora de la verdad Cantatore no contó con él, por lo que en noviembre decide marcharse cedido al Recreativo de Huelva donde coincide con Salva, Monchu o Eduardo Rodríguez, convirtiéndose en un fijo para Julián Rubio, por aquel entonces entrenador del equipo onubense. 

Tras su buen hacer vuelve al Sevilla esperanzado con que esta vez sí tendría una oportunidad, pero Cantatore lo descarta en pretemporada junto a Francisco, Mino, Pozo y Antoñito (el antiguo, no éste) y de nuevo se pasa la campaña en blanco sin contar con minutos, así que diciembre se marcha al Badajoz y de ahí al  Xerez Deportivo, equipo en el que permanece seis temporadas, todas en 2ªB, pues llegó a un equipo recién descendido y se marchó con un ascenso, retirándose prematuramente a causa de una lesión de rodilla.

Rafita puede que sea uno de esos canteranos que a pesar de debutar con el primer equipo, cae en el olvido de la memoria colectiva del aficionado sevillista, pero que cuya trayectoria posterior una vez abandonado al fútbol lo llevan de nuevo a las primeras páginas de prensa local, ya que además de haber sido entrenador del Sevilla en la liga de fútbol indoor Fertiberia (¿¡Qué ha sido de ella!?) es representante de jugadores (Antoñito entre ellos) y agente FIFA  (es el responsable de por ejemplo la llegada Güiza al Mallorca o de Javi Hervás al Sevilla), participando en diversas tertulias deportivas, que curiosamente le han hecho ser más popular en la actualidad que cuando jugaba al fútbol… las cosas.

PD: Hoy Rinat Rafaé cumple años por lo que la aparición de mi tocayo aquí es mi autoregalo para vosotros, como cuando en el colegio los niños repartían un caramelo a cada compañero. Daros con esto por invitados… que estoy tieso.