domingo, 9 de diciembre de 2012

LAS EXCÉNTRICAS AVENTURAS DE AGUARDIENTE Y CIGARRITO: LA GRANDE SFIDA


Llevaban mucho tiempo sin verse las caras… Ha pasado justo un año desde que su inquebrantable amistad se rompió para siempre, pero llegó el momento del reencuentro. De mirarse a los ojos y decir “me has hecho daño y ya no te quiero”. 02/12/2012, Stadio Renato Dall'Ara de Bolonia. Son las tres menos cuarto de la tarde y hace frío, el público va entrando poco a poco en el estadio mientras por megafonía dan las alineaciones. Entre todos los nombres que anuncian del equipo visitante hay uno que congela la mente de Aguardiente repitiéndose en su cabeza “con el nº 21 Cigarito, io…ito….ito…ito”. Por un momento pierde la noción del tiempo.

En el vestuario contrario Cigarrito apura sus últimas caladas hasta que casi sin querer escucha por megafonía “con el nº 17 ¡¡Tiberiooooo Aguardienteeeee!!”. Se queda inmóvil y suspira largamente. El entrenador le grita las últimas consignas, hacen piña y saltan al campo.

Los jugadores forman filas y la tensión se puede cortar con un cuchillo. No es un partido cualquiera, “¿se negaran el saludo?” Es la pregunta que ronda en la cabeza de muchos. Uno a uno todos los jugadores foráneos saludan a los locales hasta que le llega el turno a ellos. El tiempo se detiene y el estadio enmudece. Cigarrito se detiene firme delante de él y lo mira muy fijamente a los ojos. Aguardiente le aguanta la mirada y le ofrece la mano. Cigarrito se queda parado, inmóvil, duda unos segundos y se la acepta, pero no dice una palabra, no realiza ningún gesto. Nada. 

Aunque no lo han comentado con nadie llevan meses esperando este partido para ellos es la final de sus vidas, jamás habrá un partido más importante que este. Ambos equipos necesitan los puntos para alejarse de la zona peligrosa de la tabla, pero a ellos le da exactamente igual, es la muerte o la gloria.

Los segundos hasta que el árbitro pita el inicio se hacen eternos, pero por fin comienza el partido. Minuto 4, Aguardiente recoge un rechace y dispara con la zurda, el balón se va fuera. Lástima,  se veía emulando las hazañas de su anterior entrenador, Míchel, y celebrando el gol gritándole a Cigarrito “¡Me lo merezco!”. No ha podido ser. Apenas 10 minutos después una falta de un jugador del Bologna que no es Aguardiente se cuela en la portería y gol. Aguardiente sonríe, mira de reojo a su rival y corre a celebrarlo con su compañero. No había sido él, pero algo habría tenido que ver seguro, además iban ganando.

Ambos jugadores se han estado evitando a lo largo del partido, apenas se cruzan, apenas se miran. En el minuto 44 Cigarrito centra después de una jugada de su equipo, pero el balón rematado por el delantero se va fuera. Se acaba el primer tiempo.

Ambos jugadores están muy concentrados en el vestuario, apenas hablan con nadie. Cigarrito con semblante serio reflexiona sobre lo que ha hecho mal en el partido y para si mismo se dice que esto va a cambiar nada más salte al campo. Dicho y hecho. Los jugadores saltan al cesped, da comienzo la segunda parte y a los cinco minutos Cigarrito tras una hábil conducción de balón se saca de la manga un pase absolutamente mágico elevando el esférico por las cabezas rivales que recogido por su compañero solo tiene que afinar la puntería para meter el gol. Todos lo celebran menos él. Permanece inmóvil en el mismo lugar donde ha dado el pase y mientras se da la vuelta para regresar a su campo busca con la mirada a su rival, lo encuentra y le dice con los ojos “ahí lo llevas”.

El partido continua con el empate hasta que en el minuto 62 el árbitro detiene el juego. Se va a realizar el primer cambio del partido, el Bologna hará una sustitución ¿Quién será? Cigarrito mira el cartel luminoso y no se lo cree. Entra el nº 20 y sale el nº 17… Aguardiente.  No se lo puede creer. Ninguno de ellos se lo puede creer. Su gran duelo, “La grande sfida” acabada porque a un puto paleto de mierda de entrenador le ha salido de los cojones acabar con ella. ¿Qué entiende él de romanticismo? ¿Qué sabe de lo que han pasado durante el último año? Antes de salir Aguardiente se para un momento para decirle algo al oído al nº 18 de su equipo, “vendetta” parece que podemos leer en sus labios. A los cinco minutos de escuchar esas palabras de boca de su compañero el nº 18 marca gol de media chilena. No lo celebra efusivamente, pero todo el mundo sabe a quién va dedicado ese tanto. Cigarrito enfurece por todo lo que está pasando y comienza a buscar la gloria por su cuenta, lanza todos los corners, pone balones, corre, regatea, se desfonda, chuta y arenga a sus compañeros hasta que escucha tres pitidos provenientes del silbato del árbitro. Se acabó. Ha perdido.  

La colectividad de este deporte le dan por derrotado y cabizbajo se dirige al vestuario deteniendose al tropezar con unas piernas en su camino, su mirada va subiendo poco a poco hasta que lo mira a la cara. Es él. Suavemente le dice “amico, questo no tiene sentido. Mi dispiace tanto” y le tiende las dos manos con la intención de darle un abrazo. Cigarrito comprende en ese preciso segundo que ahora cada uno hace su vida y que es cierto, esta estúpida pelea no tiene sentido, los momentos mágicos que pasaron durante su Erasmus en Sevilla no deberían ser borrados jamás. Se le ablanda la mirada y se dispone a corresponder el abrazo cuando en ese preciso instante un loco que ha saltado desde la grada como el que atacó a Prats en aquel derbi sevillano saca una navaja y le raja el cuello. Con la mirada perdida cae al suelo mientras un sonoro NOOOOOOO procedente de las entrañas de Aguardiente enmudece al estadio. La policía detiene al malvado loco y las asistencias sanitarias se dirigen corriendo hacia Cigarrito que entre los brazos de Aguardiente alcanza a balbucear un “Aguardiente, amico, sempre nel mio cuore” antes de expirar por última vez. Aguardiente repite otro NOOOOOOO épico y desgarrado y besa en la frente a su alma gemela. 

En ese preciso instante Cigarrito se levanta de repente sobresaltado y sudando, mira a su alrededor y no distingue muy bien donde está… es una cama… está oscuro… palpa con las manos en su mesita de noche y alcanza a coger un papel que pone “Hotel los Lebreros”. Ahora lo recuerda todo, acaba de llegar para fichar por el Sevilla en el que juega su amigo Aguardiente... Toda esta historia solo ha sido un sueño de Antonio Resines.

FIN

3 comentarios:

Boticario117 dijo...

Puto gatillazo al final...

BiO dijo...

discrepo, no puede existir un final mejor a cualquier historia que se precie.

Selu dijo...

Jodido Resines, no para de jugárnosla