NIKOLAOS MACHLAS

Era un día cualquiera en el Olimpo cuando Zeus llamó a Hermes ante su presencia. El mensajero de los dioses le preguntó a qué se debía tanta premura en su llamada y Zeus respondió que una terrible preocupación le rondaba. El pueblo griego ya no estaba con ellos, ya no les rendían pleitesía ni levantaban templos en su honor, y quería saber por qué, así que encomendó a Hermes una investigación de campo para averiguarlo.

Hermes volvió tras el siguiente fin de semana, llevando un extraño orbe en sus manos, cubierto de pentágonos y hexágonos negros y blancos. Explicó a Zeus que los griegos seguían levantando templos, con denominaciones tales como Apostolos Nikolaidis o Georgios Karaiskakis, y que aquel orbe que portaba era el nuevo Dios al que rendían pleitesía mediante un culto llamado fútbol. Zeus, lleno de furia, decidió bajar con los mortales para verlo con sus propios ojos de inmortal, y de paso ver si podía echar un casquete, que hacía tiempo que no engendraba ningún héroe.

Tomando la forma de un hombre cualquiera Zeus bajó a la isla de Creta y entró en el estadio local a ver un partido entre el OFI y el Atromitos. Sorprendido se dio cuenta de que no era el único dios olímpico que allí estaba. Vio a Ares tras la portería con los ultras del equipo local, a Asclepio atender a los jugadores lesionados y a Dioniso encargarse del ambigú. A quien no vio fue al juguetón Eros, que se encargó de lanzarle una flecha al corazón en el momento en que se le ocurrió echar una mirada a su vecina de asiento.

Tras el encuentro, Zeus la enamoró con una hermosa balada y esparció su semilla en su interior. Nueve meses después, 16 de Junio de 1973, en la mismísima Heraklion, vino al mundo su hijo, Nikos Machlas.

Nikos creció sin tener conocimiento de su ascendencia divina. Su capacidad para destrozar porterías no tenía parangón alguno y se convirtió más pronto que tarde en la estrella del OFI Creta, llegando a la selección griega, que disputaría el primer Mundial de su historia en 1994, quedando última del torneo.

Fue en  aquellos momentos de decepción cuando su madre, para levantarle el ánimo, le comentó que era descendiente de Zeus, que era un auténtico héroe griego. Tras asimilar que su madre, en sus años mozos, se iba a la cama con el primero que le echara una miradita en el estadio, Nikos decidió que jugaría en el único equipo cuyo nombre era acorde con su linaje, el Ajax de Amsterdam, así que, para que los dirigentes de dicho equipo se fijaran en él se marchó a jugar a Holanda, al Vitesse Arnhem, que buscaba un sustituto para Roy Makaay, que había fichado por el Tenerife después de que Lopera rompiera su contrato con el Betis por consejo de Luis Aragonés, que prefería a Oli.

Tan poderoso se sentía en aquellos momentos que en su segunda temporada en el club, la 1997-98, consigue 34 goles en 32 partidos, ganando la Bota de Oro como máximo goleador del fútbol europeo. De esta manera salta a las portadas y consigue su objetivo de firmar por el Ajax en 1999.

Pero lo que Nikos no sabía es que Zeus no fue el único dios preocupado en los años de su gestación. Odín en Escandinavia y Amón en Egipto también visitaron estadios de fútbol en su momento, y como los dioses siempre han sido muy pichabravas también preñaron a un par de hembras, dando lugar a Zlatan Ibrahimovic y Ahmed Mido, que impidieron que Nikos se hiciera con la titularidad.

El entrenador, Ronald Koeman, le condenó incluso a jugar algún partido con el equipo filial. En el mercado invernal de la temporada 2002-03, Nikos no aguantó más y salió cedido al Sevilla Fútbol Club.

Pero en Sevilla los dioses griegos importan más bien poco, ya que aquí se le rinde culto a otros templos. Un Nikos que se creía por encima del humano medio no se adaptó bien a la vida en la ciudad. Creyéndose por encima de la ley por su ascendencia divina incluso pasaba de las leyes de tráfico. Cuando trató de decirle a la policía que él era hijo del más grande dios griego el municipal le respondió que el único dios griego que él conocía era Vassilis Tsartas y que p´alante.

Dos goles en 14 partidos (sólo dos como titular) fue el triste bagaje de su etapa nervionense. No le quedó otra que, cabizbajo, aceptar que no era más que un mortal y volver a Grecia, donde defiende bastante bien la camiseta del Iraklis de Salónica durante una temporada antes de volver al OFI.

Los dos últimos años de su carrera, finalizada en 2008, marcha a Chipre, a las filas del Apoel Nicosia (donde coincide con otro exsevillista como Helio Pinto).

Hoy día es director deportivo del OFI Creta. Observar y analizar los jugadores mediante vídeos o desde la grada le hace sentirse como un auténtico dios que todo lo ve. Finalmente ha encontrado su Olimpo particular.