Si
hoy en día alguien le para por la calle y le llama “político” quizás usted se
rebele, le increpe e incluso le meta un sopapo por llamarle tal cosa. La clase
política está tan denostada en la actualidad que que te relacionen con un
colectivo donde los corruptos, mentirosos y demagogos campan a sus anchas no
es del gusto de nadie, pero no siempre
esto ha sido así. También hay quien metiéndose en política se preocupa por
mejorar a colectivos que considera que están desfavorecidos y este es el caso
de José Cabrera Bazán, el futbolista que fue político cuando ser futbolista no
era lo que es hoy en día y ser político no era lo que es hoy en día.
Comencemos
por su carrera futbolística. José
Cabrera Bazán nació en la Algaba el 16 de octubre de 1929 y al
igual que su primo Pedro, fue uno de los pocos valientes que decidió que no
quería ser torero, sino futbolista (en el artículo enlazado podrán recordar
aquella absurda confrontación en la época entre taurinos y futboleros). En 1947
desarrollaba su afición por la pelota en el Club Deportivo Algabeño cuando el
Real Betis se presentó en las instalaciones para montar un partido de prueba
con vistas a reforzar su cantera y de entre todos los chavales que jugaron
destacó un joven al que habían llamado para completar la alineación del
partidillo, se trataba de Cabrera (como se le conocía en el ámbito
futbolístico) que finalmente fue el único elegido y al que hicieron un contrato de amateur, si bien tardaron poco en transformarlo en uno
profesional (de 35.000 pesetas de la época, unos 210 €) en consideración a su
buen rendimiento. Pero las cosas no iban bien en Heliopolis en
aquella época, el equipo había confirmado su descenso a Tercera y para salvar al
club de la desaparición, Pascual Aparicio tuvo que vender a varios jugadores,
entre ellos a Cabrera que recala en el
eterno rival bético.
En septiembre de 1949
debuta con un Sevilla FC que tiene en su plantilla a los Bustos, Arza,
Araujo, Antúnez o
Joaquín.
Los nervionenses se enfrentaban con el Deportivo de la Coruña sufriendo un
percance en un lance del juego que finalmente derivó en una grave lesión de
menisco que le tuvo casi dos años apartado del fútbol (por aquel entonces una
lesión de este tipo no era tan fácilmente operable como hoy en día) jugando tan
solo un par de partidos más con la camiseta blanca, concretamente contra el
Valencia y contra el Celta al comienzo de la siguiente campaña, sin que pudiera
tener continuidad a causa de recaídas en la lesión. Una vez recuperado y para
comprobar cómo había quedado fue cedido al Jaén, con el que logró el ascenso a
Segunda. Después de un viaje con el Sevilla por Hispanoamérica es traspasado
definitivamente al club jienense con el que logra el ascenso a Primera
División. En el Jaén Cabrera era figura, pero no todo fueron días de rosas.
Como la directiva se estaba haciendo el longui con el pago de la mitad de su
sueldo un día se plantó y se negó a jugar un partido contra el Valencia lo
que tuvo como consecuencia que el gobernador civil ordenara su inmediato ingreso
en la cárcel (lo dicho… otra época).
Tras finalizar su
relación contractual con los jienenses, Cabrera vuelve otra vez al Betis
que había ascendido a Segunda de nuevo volviéndose a lesionar al poco de llegar
el otro menisco. Le operan de nuevo y es en la clínica, mientras se recupera de
la operación, cuando piensa que ha llegado a un punto de su camino en que hay
que decidirse: O el fútbol o su profesión a cuya formación tanto tiempo había dedicado y de la que ahora
hablaremos a continuación. Cuando se recupera de la lesión todavía tenía un
oferta del Recreativo de Huelva, y se va allí a jugar dos meses (de febrero a
abril de 1958) que serían los últimos de su carrera deportiva.
Continuemos
con su carrera profesional. Durante
su primera estancia en el Betis nunca dejó los estudios de lado, es más el
Betis le tuvo que poner facilidades debido a la importancia que el chico le
daba a acabar el Bachillerato. Una vez finalizado decidió cursar estudios de
Derecho en la Universidad pero lo cierto es que debido a que su vida
futbolística empezaba a despegar los estudios los tenía en un plano más
secundario, sobre todo en su etapa en Jaén donde se le hacía imposible
compatibilizar las clases con el fútbol. No fue hasta que volvió a Sevilla que
le dio el empujón definitivo para acabarla plateándose en ese momento, como
decíamos en el párrafo anterior, si dedicar todo su tiempo a la pelota o a los
libros. Decidió compaginar por unos meses ambas pero prestando mucha más
atención a la carrera, tanto que si en los seis años anteriores se había sacado
la mitad de la licenciatura, en aquel año y medio en los que estuvo recuperándose
de la lesión se ventiló la otra media (17 asignaturas nada más y nada menos)
que vieron recompensados el esfuerzo de una época en la que según sus propias
palabras “Nunca tuve domingos ni fiestas”.
Cabrera
sabía bien las penurias que los futbolistas pasaban en su época, motivo por el
cual decidió que no podía quedarse parado, no podía permitir que otro compañero
le metieran en el calabozo como a él simplemente por reclamar el impago de lo
que le pertenecía, es por ello por lo que animado por el profesor Alonso Olea
desarrolla más extensamente un trabajo suyo de su época universitaria que
culmina en un volumen de cuatrocientas
páginas titulado “El
contrato de trabajo deportivo” tema absolutamente rompedor e inédito en
España que supuso una revolución jurídica en la época, tanto por lo novedoso
del tema como por lo que supuso para el establecimiento de nuevas bases en las
relaciones de los futbolistas sus clubs y las Federaciones.
Nuevo
ejemplo de su compromiso con sus ex compañeros sería cuando renunció a su
puesto de vicesecretario de la junta directiva del Betis en la temporada
1968-69 tan solo diez días después de ser nombrado porque no pudo aguantar la
mentalidad de los directivos de creer por principio que los jugadores fueran
todos unos granujas.
En
1969 José Cabrera Bazán logró gracias a su constante estudio y a su desempeño
docente en la cátedra de don Manuel Clavero Arévalo ser uno de los
beneficiarios de una de las cuatro cátedras vacantes de Derecho del Trabajo,
siendo destinado a la prestigiosa Universidad de Santiago de Compostela (años
más tarde trasladaría la cátedra a la sede de Universidad de Cádiz en Jerez),
allí continúo reivindicando la aberración jurídica que suponían las condiciones
laborales en las que los futbolistas desarrollaban su labor (Tenían vetado el
derecho a acudir a los Tribunales ordinarios para defenderse de cualquier
injusticia, no tenían la posibilidad de ser contratados libremente, etc),
acción reivindicativa que culminaría a
finales de los años 70 cuando fundó junto con el también ex bético Joaquín
Sierra “Quino” (cuya labor reivindicativa de los derechos de los futbolistas ya
le contamos en su día y que fue
primer presidente) la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) y dirigió la
primera huelga de futbolistas en España en la temporada 1981-1982.
En
1980, continuando con su vocación de servicio público, fue elegido como senador
por el PSOE (al que se había afiliado en la clandestinidad en 1968 formando
parte del “núcleo sevillano” junto con Felipe González o Alfonso Guerra) en la
provincia de Sevilla. Como miembro de la cámara alta, fue vicepresidente de la
Comisión especial sobre el paro agrícola (1981-1982), secretario segundo de la
Comisión del Defensor del Pueblo (1981-1982) y presidente de la Comisión de
Trabajo (1982-1986). Tras abandonar el Senado (cuentan
que por llevarle la contraria a Felipe González) fue elegido eurodiputado
en las elecciones de 1987 y finalizada su etapa en el Parlamento de
Estrasburgo, Cabrera desempeñó las funciones de presidente de la Cámara de
Cuentas de Andalucía en la cual ejerció el cargo con independencia, con
distancia y con dedicación, siendo el primero que, por poner un ejemplo, llevó
a los tribunales a Jesús Gil por no
querer entregar la documentación requerida para una auditoría de la Cámara de
Cuentas o que reivindicaba
una mayor control y transparencia del gasto público.
José
Cabrera Bazán falleció
el 28 de abril de 2007 a los 78 años de edad después de una vida en la que
supo compaginar a la perfección sus dos pasiones: el fútbol y el derecho (recomendamos
desde aquí la interesante lectura de sus artículos
de ámbito jurídico-deportivo entre los que podemos encontrar dedicados al “Caso
Bosman” o a la “Ley Maradona”)
a la vez que supo rebelarse con inteligencia ante lo que consideraba que no era
justo.
3 comentarios:
Enorme artículo. Desconocía totalmente su figura y eso que tuvo bastante recorrido entre fútbol, universidad, política e incluso prensa.
Gran trabajo.
Buen articulo, enhorabuena. Lo tuve como profesor en la Facultad de Derecho de la Universidad de Cádiz a finales de los 90, en su etapa final como docente. Al ser una asignatura optativa (Protección Social creo recordar) sólo teníamos un día de clase a la semana por lo que no pude conocerlo mucho. De todas maneras sabiamos historias de su biografía que nos parecían alucinantes (ex-jugador del Betis y Sevilla, ex- senador, compañero de andanzas de Felipe Glez. y Alfonso Guerra, promotor de la AFE). PERSONAJE en mayúsculas
Muchas gracias por tu comentario Enrique pero se ha obviado un tema importante que no puedodejar atrás ¿Era hueso como profesor o se aprobaba bien? :-P
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