JUAN CARLOS FERNÁNDEZ ESCRIBANO

En 1977 varios fueron los hechos destacables, por ejemplo el nacimiento del Punk en Inglaterra, Veneno sacó su mítico disco homónimo, Se producen las primeras elecciones democráticas en España tras la dictadura o el Betis de Megido y Mendieta se proclamaba campeón de la Copa del Rey, pero sin duda un hecho destacó por encima de todos estos: Juan Carlos Fernández, un joven infante de tan solo 7 años, decidió que iba a ser portero de fútbol. Nacido en Sevilla una apacible y agradable tarde del 27 de julio de 1970, ya de tan pequeñito tenía claro cuál iba a ser su lugar en el mundo y su objetivo en la vida, así que raudo y veloz se puso manos a la obra para conseguirlo y parada a parada ingresó en las categorías inferiores del Sevilla FC con 14 años, hasta que llegó al filial nervionense, donde sus buenas actuaciones le hicieron ser considerado el tercer portero de la plantilla del primer equipo en años de Rinat Dasaaev e incluso le valió para hacer su debut con la Selección Olímpica, pero la llegada de Juan Carlos Unzué y Monchi le cerraron el paso al primer equipo, y si el actual director deportivo ya rascó poca bola por culpa del genial portero navarro, imagínense el pobre Fernández…

Esto no hizo mella del todo en su moral, por lo que siguió trabajando, obteniendo el premio (¿menor?) de aparecer en la colección de cromos de Ediciones Este 1992/93, junto a tótems futbolísticos como Maradona, Suker o Simeone, pero la gran campaña de Unzué, que no se perdió ni un solo minuto de aquella temporada hizo replantearse su situación al bueno de Fernández que decidió hacer el petate para probar fortuna en el fútbol más modesto, viviendo la cara más amarga del fútbol al encontrarse sin equipo hasta que en mayo de 1995 recala en el Córdoba. De ahí al Granada donde juega tres campañas, posteriormente al Almería, San Fernando o La Oliva y al finalizar su compromiso con este último equipo, volvió a vivir la cara amarga del fútbol al quedarse sin equipo. Cuando parecía que ya no podría vivir de esto una oferta del Arenas de Armilla le hizo volver a los terrenos de juego donde se ganó el apelativo de “El Pescao” (debido a su blanca piel), convirtiéndose en uno de los mitos vivientes y labrándose una más que digna carrera en ese fútbol ajeno a los focos de la prensa que es el fútbol modesto de nuestro país, llegando a convertirse en uno de los auténticos “abuelos” de la Liga. Una vez finaliza su vinculación con el equipo de la localidad natal de la Rosa de España, aun continua jugando un par de temporadas más (sin poder disimular los estragos de la alopecia) en el Lora y en el Atlético Monachil, donde se retira con 40 años, dando ejemplo a toda una generación de futbolistas.

Como el gusanillo del fútbol seguía picándole, al finalizar su contrato con el Atlético Monachil, se unió al Sevilla FC indoor en ese “Jurassic Park” (?) que es la Liga Fertiberia en la que disfruta jugando partidos con algunos compañeros de generación con los que intercambia batallitas después de cada partido en el imprescindible tercer tiempo.

Juan Carlos Fernández: Todo un ejemplo de tesón y profesionalidad del fútbol modesto.