LUIS MIGUEL RAMIS MONFORT

Como decía el gran Paco Gandía (Shore), esta es una historia verídica: Mi madre me recoge un día del colegio y me lleva al Hotel Alcora ya que había quedado con una amiga para tomar un piscolabis, al llegar descubro que está allí concentrado el Sevilla FC, lo que como podrán imaginar, para un tierno preadolescente como yo resulta una experiencia cuasi mística a la par que emocionante el poder compartir una breve charleta y conseguir el autógrafo de los Onésimo, Aranalde y compañía que se encontraban charlando en la barra del bar del hotel. Entre ellos se encontraba Ramis, que con buen ánimo le daba un poco de cháchara a mi hermano pequeño que veía como le miraba con los ojos con chiribitas y le preguntó “¿Qué edad tienes chavalito?” - “seis años, señor” le contestó el ojiplático niño. Ante tan tierna respuesta Ramis, en un arrebato de sentimientos paterno filiales que hasta entonces desconocía ablandó la mirada y le señaló en tono jocoso (pero jocoso de Madrid, no de aquí) “pues yo a los seis años ya me hacía la cama”, a lo que inmediatamente se escucha una voz sin identificar en al fondo que grita “¡¡Tú con seis años lo único que sabías hacer era RESPIRAR!!” y es que si hay algo por lo que se recuerde a Ramis es porque era un hombre a una nariz pegado, era una nariz superlativa, era una nariz sayón y escriba o un pez espada muy barbado; que se caía de boca y mataba a un minero y que podía hacer la mudanza de una óptica de un solo viaje, fumar debajo de la ducha (si es que Ramis es de fumar…), pinchar una tortilla en una tinaja o respirar con eco. Dicen que si huele un café lo deja amargo, que de pequeño esnifó un cartabón, que en Facebook no le cabe la foto de perfil; que apaga el motor, saca la cabeza por la ventana y el coche va a vela y hasta que le pedían autógrafos en los conciertos de Ketama. 

Ramis nació en Tarragona en 1970, ya desde que vino al mundo llamó la atención por su enorme apéndice nasal, cuentan las enfermeras que atendieron en el parto a la madre que cuando nació, ésta tuvo un orgasmo. Los chavales del barrio y del colegio lo llamaban el Pinueve porque decían que era el hermano mayor de Pinocho. Cuando contaba con tan solo 7 años unos hombres perfectamente enchaquetados lo pararon en mitad de la calle y se identificaron como funcionarios del Gobierno egipcio, querían trasladarle una oferta formal para que donase su cuerpo cuando muer y así poder, por fin, restaurar la Gran Esfinge, pero él rechazó la oferta porque decía que cuando muriese quería que lo enterrasen en una de sus fosas nasales y además que en ese momento solo estaba interesado en el fútbol y orgulloso su carnet de federado donde en vez de foto había un seis y un cuatro (la cara de tu retrato).

El Madrid se fijó en aquel chico narigudo y se lo llevó a su cantera, ya en los primeros días tuvo problemas en la ciudad porque en un mal tropezón en la Gran Vía cayó de boca y desvío el recorrido del Metro, aun así con el tiempo se fue haciendo todo un chavalote hasta que llegó al primer equipo donde tras un par de temporadas es incluido en el traspaso de Redondo y se marcha al Tenerife. Dos años de buen fútbol en las islas demuestran su valía como poderoso defensa central, gracias sobre todo a su altura, que le hacía ganar muchos balones por alto y rematar con peligro algún córner que otro, lo que le vale para que el Real Madrid se plantee su repesca, pero no para recalar en el Bernabéu, si no para de nuevo ser incluido en otra operación, en este caso la compra de Suker, y ya que, muy egoístamente, el Sevilla consideraba que no había tenido suficiente recompensa por el croata con la cesión por media temporada de Agostinho y Petkovic, el Madrid tuvo que apoquinar al Sevilla de Caldas y Camacho con Ramis y Gómez (lean la entrada que dedicamos a éste último para recordar más detalladamente el gran negocio que hizo el Sevilla con la venta de su estrella), siendo el catalán el único más o menos potable de todos los fantásticos jugadores que gracias a Suker llegaron a Nervión.

Quizás su mejor rendimiento se debiera no solo al fantástico grupo humano que se formó en el vestuario con jugadores como Monchi, Prieto, Rafa Paz, Jelicic, Pepelu, Mornar, Marinakis, Almeyda, Bebeto, José Mari, Prosinecki, Arturo, Oulida o, por supuesto, como el propio Colusso , que siempre es importante, sino que también pudo tener una gran importancia su buena adaptación a la ciudad, que lo recibió con los brazos abiertos y él le respondió empapándose de todas y cada una de las costumbres tan apegadas en los sevillanos. Cuentan que en una ocasión, a principios del mes de marzo, iba paseando por la Avenida de la Constitución y en la esquina con Marqués de Vinuesa se paró ante el vendedor de incienso que suele montar allí su chiringuito y con ese gracejo y ese acento tan de Tarragona le espetó con una sonrisa “Ya huele a Semana Santa” a lo que el del incienso le respondió: “¡So hijo de la gran puta! Con ese peaso nariz lo que no se es como no hueles ya a navidad…”, dejando al pobre Luis Miguel ciertamente un poco cortado. Otra vez quiso visitar uno de los bares más autóctonos de la ciudad y le recomendaron el Quitapesares, allá que fue un ilusionado Ramis encantado de mezclarse con lo más auténtico de la ciudad, que abrió la puerta, puso el codo en la barra y dijo: “Tabernero, póngame un chato de vino” a lo que el Peregil le contestó “¿Un chato? con esa napia que tienes te voy a poner mejor un vaso de tubo”-

El caso es que se hizo rápidamente con la titularidad y prácticamente no la abandonó en toda la temporada, siendo recordado su gran partido contra el Zaragoza, donde le rompieron la cintura, marcó su único gol como sevillista y a punto estuvo de empatar el partido en los minutos finales con un esplendido disparo envenenado al larguero, pero no pudo evitar el descenso del Sevilla a segunda división y muy a su pesar tiene que dejar esta ciudad que tan bien le había tratado para continuar en la élite y es traspasado al Deportivo de la Coruña, con el que gana una liga. Tras tres temporadas en tierras gallegas marcha al Rácing de Santander, de ahí al Nastic de Tarragona, equipo donde empezó su andadura como futbolista y para  finalizar su carrera se pega el gustazo de pertenecer al San Sebastián de los Reyes, el Pegaso de Tres Cantos y el CD Cobeña, equipo en el que cuelga las botas,lo que no suposo sin embargo que su nariz fuera olvidada por los grandes aficionados, buena prueba de ello es la mención expresa que hacen de su apéndice nasal en uno de nuestros himnos: Odio eterno al fútbol moderno de la FRAC.

Tras dejar el fútbol decide cambiar radicalmente su vida, se cambia su nombre por el de Adrien Brody, se mete actor, se larga a Los Ángeles, se folla a Elsa Pataky  se jincha a hacer películas y se convierte en un sex symbol (increíble). No le va mal al chaval, incluso ha ganado un Óscar.