miércoles, 27 de febrero de 2013

ANDREY NIKOLAYEVICH KOBELEV



En esta santa, vanagloriada, heroica y no muy mariana casa los ases brillan por su ausencia, por lo que un póker de K (o póker de Reyes) es la máxima jugada a la que podemos aspirar. El particular póker de K bético lo conformarían cuatro jugadores de alta alcurnia que si bien no llegaron a coincidir todos juntos en la misma plantilla si estuvieron muy próximos en el tiempo. Nos referimos como no puede ser de otra manera a Kukleta (DEP), Kasumov, Kowalczyk y a la última carta que nos faltaba para completar esta fantástica mano ganadora: Andrei Kobelev.

Muchas veces iniciamos nuestros relatos describiendo la infancia del jugador analizado. Kobelev no tuvo infancia, cuando nació ya tenía directamente 17 años. Obviamente fue un parto complicado, tuvo que nacer por cesárea pues el niño medía más de metro y medio y a sus padres le produjo cierta inquietud el hecho de nada más salir del vientre materno el niño-adolescente no lloró como suele ser habitual si no que directamente les dijo “Papa, mama (sin tilde) yo quiero ser futbolista”. ¿Qué iban a hacer sus padres?  Pues obviamente satisfacer los deseos de quien ya desde su nacimiento tenía tan claras las cosas, además los medios nacionales soviéticos se hicieron eco del adolescente-recién nacido que quería ser futbolista, convirtiéndose en el tercer caso de parecidas características que había en la historia del país tras Susloparov y Zygmantovich (que nació niño pero con mostacho incluido). Como los anteriores habían salido buenos peloteros el equipo del régimen, el Dínamo de Moscú se lo pidió del tirón y lo incorporó de inmediato a su equipo de promesas con la esperanza que saliera como mínimo tan competitivo como los otros dos.

A pesar de llevar poco tiempo en el mundo, las palabras del niño no las había pronunciado por casualidad pues fue lograr ponerse en pie y empezar a pelotear con un recital de pases en largo, desmarques y visión de juego fuera de lo común. En Moscú se frotaban las manos, pero decidieron curtirlo un poco para que aprendiera el oficio lentamente y sin prisas. Tras tres años de duro aprendizaje por fin estaba preparado para dar el salto a la primera plantilla. No se equivocaron los agoreros que predijeron su incorporación pues su rendimiento con los mayores fue más que optimo, tanto que el propio Betis ya sondeó su fichaje en  1990, pero los problemas burocráticos para que el gobierno a través del Sovintersport  transmitiera el transfer del jugador desaconsejaron su fichaje y en su lugar se acabó contratando a nuestro putero favorito, Sergei Neiman y Kobelev siguió dirigiendo con maestría el centro del campo del Dinamo hasta que en noviembre de 1992, Lopera que acababa de salvar al Betis obligándole a hacer horas extras a un pobre director de sucursal del Banco Hispanoamericano y no suficientemente escaldado con el balance negativo que había tenido a la hora de contratar foráneos (Kukleta, Tab Ramos, la segunda etapa de Ivanov, etc) mandó a Pedro Buenaventura a sondear las ligas yugoslavas, brasileña, argentina e italiana (centrándose sobre todo por resultar más económica en la balcánica) para reforzar al equipo de D’Alessandro con un delantero y un mediocentro. El resultado del informe de Buenaventura fue tajante: había que fichar a un tal Mijatovic y a un tal Jokanovic, ambos del Partizan de Belgrado, pero a Lopera no le convenció que el club yugoslavo quisiera la manteca en mano y del tirón y pasó olímpicamente del informe de su secretario técnico (bueno, olímpicamente no, tuvo el buen ojo de mirar el último jugador de la última página del dossier para traerse a Ljubobratovic) y se fue para Moscú para negociar con el Dinamo la incorporación de Kobelev y Kasumov ya que el equipo ruso le ofrecía mejores condiciones de desembolso sin necesidad de que el pago global fuese al contado.

Doscientos millones de pesetas trajeron a ambos soviéticos para ilusión a la parroquia verdiblanca, visto que el Betis no pasaba precisamente su mejor momento, pero que al menos había podido eludir la desaparición. Kobelev rápidamente se hizo con un puesto de titular indiscutible, pero sin llegar a ser ese futbolista determinante que se suponía que iba a hacer, se le adivinaban contados detallitos, los aficionados comentaban que el ruso tenía cositas y le llegó a marcar un gol al Villarreal, pero cada vez que el hombre saltaba al campo se le veía agobiado, claro no contaban que adaptarse del frio ruso al calor sevillano no se hace del un día para otro y Kobelev lo pasaba mal si no estaba en un habitáculo rodeado de aparatos de aire acondicionado. Para colmo de males, cuando el chiquillo por fin parecía que aguantaba mejor hasta un máximo de 20 grados a la sombra, se lesionó del menisco a final de temporada lo que le tendría de baja hasta comienzos de la siguiente, pero es que cuando empezó la nueva campaña y ya parecía que iba a poder contar con minutos, llegando incluso a jugar un partido de Liga y otro de Copa, se  rompió el ligamento cruzado anterior de su rodilla izquierda lo cual le iba a tener de baja todo el año por lo que el Betis decidió darle la baja federativa y suplir su plaza de extranjero con el fantástico Balan Gonzales.

Aquella temporada se consiguió el ascenso y Kobelev no había sido partícipe de ello, aun así tenía contrato vigente y no pensaba en otra cosa que no fuera en debutar en la primera división de una liga tan exigente como la española y triunfar en Heliópolis, pero Serra Ferrer no compartía las mismas buenas intenciones del ruso que con las incorporaciones de Vidakovic, Stosic y Kowalczyk quedó relegado como sexto extranjero del equipo (por aquel entonces solo se podía alinear a tres al mismo tiempo), no teniendo ni un solo minuto en liga (si en cambio en Copa, donde jugó un par de partidos), por lo que en febrero de 1995 y tras año y medio en blanco el jugador es traspasado al Dinamo de Moscú, donde todavía tenía cierto cartel, volviendo a disfrutar de la sensación de ser un hombre importante dentro de una cancha de fútbol.

Un par de años en el Zenit de San Peterburgo fueron sus últimos coletazos como jugador antes de retirarse para comenzar su carrera como entrenador, que como no podía ser de otra manera comienza en su equipo de toda la vida, pero los pobres resultados obtenidos le apartan del cargo en abril de 2010. El potente Krylia Sovetov confía en el ex internacional soviético como piedra angular de su proyecto en junio de 2011, pero hace escasamente tres meses fue despedido de nuevo. Se le quedó esta cara.

8 comentarios:

Jose MME dijo...

Conocido en mi casa como "Er Kolebé".

Señor dijo...

Acaso pretendía usted que el Sovintersport diera facilidades a uno de sus camaradas para alimentar el ego del frente enemigo? Radicalmente NO

Fantástico poker de K, ahora que lo pienso habría que contemplar la posibilidad de montar otros poker de J o de Q ¿Sugerencias?

Por ejemplo para el de J: Jose Mari, Joao Tomas, Jaques y Job ya tienen su lugar en el blog, aunque el carisma de esta jugada no es ni de lejos el propuesto para las K, eso desde luego...

Juanca dijo...

Mirando en BDFútbol la primera temporada de Kobelev en el Betis, la 92/93, he descubierto que hay un tercer portero que se llama José Salvador Requena, que jugó solo la última jornada, y del que no se nada, y como quiero saber de él... ¡¡post ya!! (por favor, claro está)

Anónimo dijo...

Requena en beticopedia; http://beticopedia.blogspot.com.es/2013/02/requena.html

Silvio dijo...

Jugador de garra, pundonor, roll y café cortado más copa de anís

Dani dijo...

A Kobelev le pusieron el aire acondicionado así...

MuxoBetis dijo...

Ke asco no sabia que mijatovic podia a ver jugao en el Betis!! igual que makaay siempre fixamos al peor!!!

Eesti dijo...

Este hombre no era nada malo. Su problema fueron las lesiones, que lo lastraron aquí. Pero malo no era.