El 10 de mayo de 2006 es una fecha que
ninguno de los sevillistas olvidará en su vida. El Sevilla por primera vez en
60 años alzaba un título, lo que supone que para toda una generación el Sevilla
ganaba su primer título. Daba igual que estuvieras o no en Eindhoven, que lo
vieras en el campo, en el Auditorio o en el salón de tu casa, solo o con amigos,
si te tenías un mínimo de empatía por los colores rojo y blanco aquella fecha
se habrá quedado a fuego grabada en tu memoria. Esto no se vayan a creer que es
baladí, existen apenas tres o cuatro fechas en la vida en las que una
colectividad recuerda perfectamente donde estaba y que hacía, el 23 de febrero
de 1981, el 11 de septiembre de 2001, el 11 de marzo de 2004 y para los
sevillistas el 10 de mayo de 2006. Pasarán veinte, treinta, cuarenta años y no
seremos capaces de acordarnos en qué fecha exacta fue la final de la primera
Supercopa de Europa o de la segunda UEFA, pero será oír 10 de mayo de 2006 e
inmediatamente se nos vendrá a la mente las imágenes de todo lo que hicimos en
aquel día desde que nos levantamos hasta que nos pudimos dormir. Coger el
avión, llegar al aeropuerto, tener la sensación de que estás en Chipiona en
pleno de mes de agosto y que se te va a poner el sobaco colorao de saludar a tantísimos conocidos, botellón en la Plaza
Markt, recibimiento al autobús, entrada en el campo, nervios, comienzo, goles,
victoria, reencuentro, buscar un coffeeshop, un bar, una discoteca, un
puticlub, lo que fuera para poder continuar la celebración sin bajar el estado
de excitación a las 2 de la mañana y tenerte que conformar con un banco en una
plaza cuyo suelo es un manto de vasos de plástico para ver como un par de
ingleses que trataban de mitigar su frustración tirándose en plancha entre los
vasos, quedarte dormido en el suelo de la estación de trenes y despertarte a la
hora y media absolutamente rodeado de gente que va y viene, en fin que les voy
a contar.