VELLI KASUMOV

Azerbaiyán, pequeña y graciosa república ex soviética, que delimita al norte con Rusia, al oeste con Georgia y Armenia y al sur con Nachijevan, Irán y Karabaj, destacada en todo el mundo por su deliciosa ensaladilla, su maravilloso vino de naranja, su riquísimo bacalao con tomate,  y por un futbolista que nació y creció entre sus flores silvestres, gélidos arroyos y frondosos bosques: Velli Kasumov.

La madre de Kasumov no es que fuera especialmente agraciada, y la gente de Gjandzha que tiene un humor muy fino la llamaba “La Belli”, ella, confiada la pobre, no se imaginaba la ironía del sobrenombre, así que cuando su padre la entregó para que esposara a cambio de un par de gallinas y un puñado de hierbas aromáticas (fue lo mejor que le ofrecieron, pero a pesar de eso convitazo que se pegaron, viejo) y tuvo a su primer retoño, desoyó a los miembros de su familia que le recomendaban que le pusiera Nikita ya que en casa eran muy de Jrushchov y orgullosa de su apodo de juventud le puso Velli al niño, que de chico era bastante hijo de puta (o hiperactivo que dirían sus padres) y no paraba de darle patadas a los cochinos y a los polluelos que criaba el abuelo paterno en su terrenito por lo que desesperados sus padres lo apuntaron a la escuela de fútbol de Gjandzha, que la llevaba el Rafa Paz Azerbaiyano para ver si así la criatura se desfogaba. Y oye, mano de santo. El niño le gustó esto de la pelota, se tranquilizó y se centró. Su madre aun recuerda entre lágrimas como ese trimestre Vellito sacó unas notas inmaculadas todo P.A, P.A, P.A, destaca, destaca, destaca, así que en la familia Kasumov se tomó entre todos la decisión de que el chaval sería futbolista.

Comenzó su carrera futbolística en el FK Kapaz Gäncä (del que por cierto Maldini recomienda su portentoso lateral derecho, que hizo un par de partidos muy buenos con su selección juvenil en una gira asiática contra Laos y Camboya) y tras pasar por el Metalist Kharkiv, fichó por el Neftchi Bakú (que viene a ser una especie de Real Madrid de Azerbaiyán, por aquel entonces aun integrante de la URSS, hasta tiene a su propio Roncerdo y todo) donde se hinchó a meter goles. Sus buenas actuaciones no pasaron desapercibidas y el Torpedo de Moscú, el Lokomotiv de Moscú, el Dinamo de Moscú, el CSKA de Moscú y el Moscú FC se interesaron por sus servicios, pero al final fue el Spartak de Moscú el que se hizo con el fichaje del azerbaiyano lo que creo una tensión entre moscovitas que a punto estuvo de mandar al carajo el fin de la guerra fría, ya que el resto de equipos no se tomó con deportividad el triunfo en el fichaje del Spartak, así que tras unos cuantos rifirrafes se decidió salomónicamente que Kasumov jugaría un ratito con cada equipo de Moscú y si ya le había tocado al Spartak el siguiente sería el Dinamo y para allá que se fue a mitad de temporada hasta que el Betis entró en escena en el mercado de invierno y lo fichó con un argumento tan contundente como loperiano “Te vienes o te pasarás la vida pasando frío en Rusia” dicen que le dijo don Manué, así que nuestro protagonista optó por el sol y el calor dejando con la miel en los labios al resto de aficionados moscovitas.

Cuenta la leyenda que en principio el objetivo del Betis estaba centrado en unos tales Jokanovic y Mijatovic, pero que el Partizan de Belgrado se subió a la parra y pidió más dinero en el último momento, por lo que el Betis acabó dirigiendo las miradas al mercado soviético, trayéndose para el deleite de los simpatizantes béticos a Kobelev y a Kasumov y ahorrándose unos buenos 5 milloncejos de pesetas (unos 30.000 € al cambio actual). En el Betis fue de más a menos y si en su primera media temporada metió 6 goles en la segunda esa cifra se redujo a la mitad,  aportando eso si su granito de arena para conseguir el ansiado ascenso del 94. La siguiente sería su primera temporada en la primera división española, era su gran oportunidad, pero la potente irrupción de otra entrañable K bética (Kowalczyk) no le dejó tiempo ni para sudar mínimamente la camiseta, ya que tan solo disputó 28 minutos repartidos en 3 encuentros.

A pesar de que se sentía a gusto en Sevilla, el Betis le invitó a volverse con su santa madre a Azerbaiyán,  pero Kasumov quería continuar en el primer mundo y se marchó al Albacete (donde protagonizó un doble cromo verdaderamente espeluznante). La morriña le pudo y al año siguiente regresó para formar parte del histórico paso del Écija en segunda división que además contaba con varios ex compañeros y viejos conocidos. No llegó a anotar gol alguno con el equipo azulino que ayudara a no descender aquella temporada, por lo que una vez consumado el regreso a 2ªB, se marcha a Portugal y quema sus últimos cartuchos como futbolista en la recién fundada selección de su país, donde era un dios del balompié y a nivel de clubes  el Vitoria de Setubal y en el Inmortal (?)  portugueses, donde anuncia su retirada en 2001.

La lógica nos dice que este tipo de artículos finaliza contando como Velli se hizo entrenador, que entrena a vete a saber qué equipo de su país que es uno de los mejores de la liga y del que por cierto Maldini recomienda al medio centro ya que hizo muy buen Europeo sub 16 en el año 95, que ganó alguna una copa o alguna liga (muy rollo Vukicevic, vamos), etc, etc, pero no. Kasumov acabó entrenando al Gelves quizás porque conoció a una muchacha de la localidad y tras invitarla al cine en el Cristina y al McDonalds le pidió salir y se quedó con ella para siempre, quizás porque se enamoró de su puerto deportivo, no lo sabemos la verdad, pero el caso es que acabó en el Gelves y como no podía ser de otra manera demostrando a los buenos aficionados al fútbol su depredador instinto de gol en la Liga de fútbol indoor.

Actualmente dirige a la selección de críos de su país, trabaja a tiempo parcial con reducción de jornada en el Neftchi Baku y como buen anfitrión nos hace ver a los españoles lo maravilloso que somos, cuando nos interesamos por su país. Aprendió sevillanas maneras el jodío…