ROBERT PROSINECKI

12 de enero de 1969. Un nevado día ve como los Reyes Magos, con varios días de retraso (al igual que compañías como Iberia o Correos (mi marca registrada favorita junto con la panadería Polvillo, no pregunten el porqué)), traen a la casa de la familia Prosinecki (situada en Schwenningen (Alemania)) un regalo: un pequeño mozalbete que pronto se convierte en la alegría de su casa.

Al poco tiempo, ese niño fue bautizado con el nombre de Robert, que sería recordado en el futuro...

El bueno de Robert fue creciendo poco a poco: hacía las cosas típicas de un chavalín, como jugar a las máquinas de pegar puñetazos, pero pronto vio que su mayor afición era el fútbol, y vio que era la hora de empezar a jugar. 

Robert fue mejorando y mejorando, hasta que en 1987 con 18 años le llegó su gran oportunidad: debuta en el fútbol profesional con el Estrella Roja (aunque a mí, sinceramente, más que el Estrella Roja, me gusta más otro tipo de estrella), y en el Mundial juvenil de Chile, es elegido como el mejor jugador del torneo (además, su selección (la de Yugoslavia por aquel entonces, luego pasaría a ser la de Croacia, con la que jugaría dos Mundiales) fue campeona). Además, en el Estrella Roja, Prosinecki (según algunos, Prosinescki) fue progresando, hasta que en 1991, el club consigue el mayor éxito de su historia al conquistar la Copa de Europa contra el Olympique de Marsella en la tanda de penaltis. Fue tras ese éxito cuando muchos equipos se rifaban a Prosinecki, y quien consiguió el premio de ficharle fue el Real Madrid.

La buena suerte que parecía acompañar a Prosinecki se esfumó cuando llegó al Madrid: en su primer año, comenzó a tener lesiones musculares que le impedían jugar, por lo que Prosinecki empezó a investigar los motivos de sus lesiones, y a probar soluciones...

Robert comenzó con lo típico, con los masajes, pero no surtían efecto, porque las molestias proseguían. Las lesiones musculares le afectaban en su ánimo, tanto, que tenía la cara similar a cierto luchador y con pinta de haberse fumado un paquete de Celtas Cortos (chiste repetido, lo sé, problem?).

Comenzó a tomar infusiones, a encender incienso, a tomar algún "painkiller", y muchas otras cosas más, pero no hacían nada de efecto. Robert empezó a sospechar lo peor, que estuviese poseído por algún demonio en su interior, o por fantasmas, o que hubiese zombis en su comunidad de vecinos...

Para descubrir si eso era verdad, llamó a médiums, para que hicieran experimentos en su casa al más puro estilo "Poltergeist" (sin maldiciones de por medio, eso sí), a chamanes... Al final descubrió que sus sospechas eran ciertas.

Para evadirse, empezó a fumar (como hicieron en su día otros jugadores (cuidadito con la foto de Joaquín, hay gente traumatizada de por vida por culpa de esa foto)). Al bueno de Robert le recomendaron que no tomara cosas peores, porque las consecuencias son muy malas, la verdad.

Prosinecki pareció aplacar en cierta manera sus lesiones (provocadas por el demonio), pero no rendía al mismo nivel que en el Estrella Roja (se decía que solía salir de fiesta, y que se convirtió en un ligón con las chicas por su atractivo (?), rudo y varonil aspecto). Normal que hicieran con él un chiste: "¿Por qué a Prosinecki le dicen "Marlboro"? Porque es el paquete rubio más caro".

El Madrid, tras tres temporadas, lo empaqueta por Seur al Oviedo, donde dura una temporada, antes de marcharse al Barça, donde compartió entrenamientos y fiestas con Guardiola.

Y en la 1996-97, nuestro protagonista llega al Sevilla, donde coincide con figuras como Marinakis, Jelicic, Oulida o (en pie, señores) Colusso. En esa temporada, su única como sevillista, sólo metió dos goles (y jugó 20 partidos), pero uno de ellos (de penalti) fue importante: ayudó a conseguir un empate a 3 en un derbi jugado en el Benito Villamarín (aquel en el que Jarni jugó un partidazo y en el que Galván metió el empate a 3 en el descuento de la 2ª parte, dejando atónitos a todos los béticos).

Prosinecki se fue al extranjero tras esa temporada, y pasó por el Dinamo de Zagreb, el Standard de Lieja, el Portsmouth, el Olimpia Ljubliana y el NK Zagreb. En este último equipo fue donde se retiró.

Hoy en día, aparte de por ser entrenador del Estrella Roja, se le recuerda por dos hechos extradeportivos: su anuncio de Renault (como otros como Amunike (¿y Luis Enrique?) o el Tren Valencia) y su salud (en 2009 le mandaron que dejara de fumar porque le dio un jamacuco importante (se notaba, porque su cara desmejorada parecía un cruce entre Layne Staley y el presentador de Bricomanía)).

Prosinecki, su lesionado de confianza...