lunes, 28 de octubre de 2013

EL BANQUILLO BOTELLÍN



Así sí. Siempre nos están diciendo cosas feas, que quiénes somos nosotros para estar siempre metiéndonos con todo el mundo, que qué habremos hecho para poder criticarlo todo, que si España se hunde por nuestra culpa, que si sólo estamos para molestar y nunca hablamos bien de nadie.


Pues para que vean todos esos que nos critican que, cuando vemos algo bien hecho, también lo decimos. Que si en su día nos pitorreamos de la salchicha del Pizjuán, ahora no podemos más que ponernos en pie y aplaudir el nuevo diseño del banquillo-botellín con el que el estadio sevillista y el Benito Villamarín nos van a deleitar durante esta temporada.



¿Que es lo mismo? ¿Que es lo mismo? Hombre por favor, para empezar la relación entre el Pizjuán y las salchichas venía enquistada desde hacía tiempo. Un amigo me invitó años ha a ver un Sevilla-Mainz de Copa de la UEFA y en el descanso se me antojó bajar a los bares del estadio a adquirir tan suculento manjar. Resultó que se les había acabado el pan y sólo te daban la salchicha cogida con una servilleta. Pero eso no fue lo chungo, que un error de previsión a la hora de calcular el pan necesario lo puede tener cualquiera, lo chungo es que te cobraban dos euros por la salchicha pelá y mondá. Por Dios, si en el supermercado más cutre por menos de ese dinero te llevas un pack con cuatro o seis unidades mínimo.


Y que no es lo mismo, estimado lector. La salchicha es un producto hecho con restos sobrantes de carne, lo que nadie quiere, como los fichajes de Stosic. Además provienen de Alemania, señores, de Alemania. Pero si el mismo Vizcaíno dejó claro que Alemania era enemigo declarado con su “I love pepinos”. Que es el país que provocó dos Guerras Mundiales y de donde vinieron Hinkel y Odonkor, por Dios. De allí no puede venir nada bueno.


Encima la marca Oscar Mayer. ¿Saben ustedes quién era Oscar Mayer? Pues un inmigrante alemán que abrió su negocio en Detroit. Detroit, ¿habrá ciudad peor que ésa, que tuvieron hasta que crear a Robocop para que la gente se estuviera tranquilita?


Es por eso que ahora, con este giro de los acontecimientos, no podemos más que aplaudir. Con esta publicidad que ya luce en ambos estadios se cumple el sueño de una gran mayoría de sevillanos. Un botellín de Cruzcampo de ese tamaño es el sueño húmedo (y fresquito) de tantos y tantos habitantes de nuestra ciudad que no han podido más que soltar una lágrima al ver esta utopía hecha carne (bueno, poliestireno).


Además, Cruzcampo. Empresa de la tierra. Más antigua que los dos clubes de la ciudad. Cuando se bebió aquí la primera Cruzcampo estaban la Giralda, la Torre del Oro y cuatro cosas más. Ha sobrevivido inexpugnable al paso de los años, como los Guerreros de Terracota, las pirámides de Egipto o “Arrayán”. Forma parte de nosotros mismos. Pensad un poco en las mejores noches de vuestra vida. Me juego un huevo de Rinat Rafáe a que la Cruzcampo estuvo presente.


Así que ole, ole y ole una vez más. No es de extrañar que los grandes clubes estén copiando las estrategias de marketing que vemos por estos lares. ¿Recuerdan las camisetas sevillistas con banderas españolas tan criticadas en su momento? Ea, pues ahí está. Nada más y nada menos que el Fútbol Club Barcelona copiando la idea y haciéndose una segunda equipación constituida por un montón de banderas de España pegadas colocadas en vertical.


Ahora sí que me creo que “Mad Men” está basada en lo que sucede en los departamentos de marketing de los equipos sevillanos. Joder, es que hasta Vizcaíno se me da un aire a Don Draper. Cruzcampo, tu botellín nos señala el camino.

3 comentarios:

Rinat Rafaé dijo...

Si me metiera dentro de ese botellín gigante solo saldría un par de veces y pa mear...

Anónimo de las 12.59 dijo...

Para cuándo fotos de mujeres? Lo digo para cuando el partido sea un pestiño.

Itsawindow dijo...

A mi lo de las macizas me ha gustado.