YIANNIS "DAN" GEORGIADIS

Grecia. País mediterráneo con el que tenemos muchísimas cosas en común y que nos ha aportado otras muchas. Ahí están los yogures, la Reina Sofía y los bailes de Zorba. Pero el mejor regalo que nos han otorgado los griegos es éste. ¿La democracia? Bah, para lo que sirve…    

Era obvio que también en fútbol, en un momento de duda, necesidad y angustia, algún día habría que recurrir a la inmensa sabiduría de estos tipos.

Cuando los dirigentes sevillistas oyeron hablar por primera vez de Dan Georgiadis les dijeron “es un fenómeno capaz de cualquier cosa, es capaz de encontrar Ítaca”, pero resultó que no era una metáfora para impresionarles basándose en la epopeya de Homero, sino que realmente le resultaba fácil encontrarla, porque nació allí en 1922.

Su infancia, sin embargo, no se desarrolló en Grecia, sino en Bucarest, donde empezó a jugar como portero en la Juventus (no esa Juventus). Allí gana la Liga demostrando su polivalencia. ¿Cómo puede demostrar polivalencia un portero? Sencillo, también jugaba en un equipo de la Liga de voleibol.

En 1947 vuelve a Grecia, pues le ficha el Panathinaikos, pero sólo jugaría tres partidos pues se dislocó la mano y se tuvo que retirar con 26 años en 1948.

En 1957 se muda a Sudamérica y allí empieza su carrera como entrenador, en el Sport Boys peruano. Tendría una carrera bien prolífica y heterogénea en los banquillos, ocupando los de Sport Boys (Perú), Banfield, Ferrocarril Oeste (Argentina), Bolívar (Bolivia, dos etapas), Libertad (Paraguay), Santiago Wanderers (Chile), Panachaiki, Olympiakos (Grecia), Le Chaux-de-Fonds (Suiza) y de las selecciones nacionales de Haití (potencia futbolística de primer orden), Perú, Bolivia y Grecia.

Ser tan griego y tan cosmopolita llama la atención de los dirigentes del Sevilla Fútbol Club, que le contratan para el banquillo de Nervión de cara a la temporada 1971-72.

Desde la primera jornada (victoria 2-0 sobre el Burgos con goles de Baby Acosta y De Diego) el Sevilla enamora a la grada con un fútbol vistoso que le aúpa a las primeras posiciones del campeonato. En la jornada 8 se pone tercero tras batir 0-2 al Atlético de Madrid justo antes de un parón por un partido de la Selección Española, de cuando no era la Roja, básicamente porque en aquella época la Roja era otra.

Aprovechando el parón el Sevilla se desplaza a El Pireo para disputar dos amistosos frente a Olympiakos (empate 0-0 y derrota 3-1). Como premio al gran comienzo de temporada se permite a los jugadores llevarse a sus mujeres con ellos, y hacer bastante turismo por las paradisíacas islas griegas aprovechando el viaje.

Entre los lugares que visitaron se encontraba la Iglesia de San Nektario de Egina, coincidiendo además con la festividad de dicho santo. Los jugadores parece ser que no se tomaron muy en serio las celebraciones que vieron en honor del mismo (es que eso de ir rindiendo pleitesía a los santos es bastante ridículo pensaría alguno) y, la verdad, no es de recibo encabronar a un tío con esta cara que además tiene un teléfono rojo que le conecta directamente con el Altísimo (no, ese altísimo no, el otro).

El Sevilla empezó a bajar sus prestaciones ligueras después de esa visita. Aún así se fue de vacaciones en el cuarto puesto de la tabla (recién perdido el tercero al perder 1-0 frente al Barcelona) con 6 victorias, 4 empates y 4 derrotas tras 14 jornadas de Liga.

La caída en barrena posterior se acabó denominando “La maldición de San Nektario”. En los nueve primeros partidos después de Año Nuevo el Sevilla consiguió una victoria (en el primero ante el Granada), dos empates y seis derrotas. En esa jornada 24, tras perder 1-0 en Gijón, el Sevilla era 14º y ya tenía el descenso echándole el aliento en el cogote. Tras tan horrible racha, se decide darle la carta de libertad a Georgiadis, que directamente se vuelve a Perú a entrenar al Alianza de Lima.

La verdad es que la marcha de Georgiadis no acabó con la maldición. En los últimos diez partidos el Sevilla cosechó dos victorias, tres empates y cinco derrotas y se fue a Segunda tras perder en el Bernabéu por 4-1 en la última jornada. Sería el último descenso hasta 1997. Ascendería en 1975 tras tres temporadas en la División de Plata.

Dan Georgiadis por su parte siguió con su extensa carrera con los equipos griegos del Larissa, Panionios y Trikala, y el suizo Montreux-Sports, además de su quinta selección nacional, la de Venezuela. Falleció en Enero de 1988 en Atenas.

El recuerdo que dejó en muchos sitios fue grato, pero en Sevilla se le recordará siempre por “La Maldición de San Nektario”, maldición que años más tarde se encargó de fulminar un croata, aunque ya se sabe que, como en las sagas de terror más conocidas, la maldición siempre vuelve.