martes, 24 de julio de 2012

ANÁLISIS GRAFOLÓGICO DE ROMAN KUKLETA

Señoras (¿hay señoras?) y señores. Hoy les presentamos un documento mítico con casi veinte años de existencia según la prueba del Carbono-14. Quien esto escribe, en su tierna infancia (ocho años tenía, creo), tuvo el honor, que digo el honor, el privilegio, que digo el privilegio, no hay palabras para describirlo, fue un momento como cuando Dios crea a Adán tal como queda reflejado en la Capilla Sixtina. Fue el alfa y el omega de mi existencia. Todos los momentos desde ese momento están por debajo. Ni el día que di mi primer beso, ni el día que perdí la virginidad, ni el día que me saqué el carnet de conducir, ni el día que acabé la carrera, ni siquiera creo que el día en que tenga hijos se podrá siquiera igualar a aquel instante grabado en letras de platino en mi memoria en el que el GRAN ROMAN KUKLETA me firmó el autógrafo arriba escaneado.


Lo primero que podemos observar es que por aquel entonces yo no sabía cómo se escribía Kukleta. No se le puede pedir más a un chiquillo que por aquel entonces estudiaba EGB con casi toda su mente ocupada por Bola de Dragón y el fútbol. Ahora, ya adulto, pienso en fútbol y en otros tipos de bolas.

Pasemos a analizar la firma en sí. Lo primero que podemos observar es que, al contrario de lo que ocurre con la mayoría de firmas, Roman no la hacía con letra de médico. No pretendía salir del paso y ya como hacen la mayoría de jugadores usando el clásico truco del móvil o los cascos para pasar rápido por delante de la gente. En el autógrafo de Roman su nombre completo es perfectamente legible. Podemos ver en este hecho que el checo era un hombre cercano, amigo de sus amigos, siempre dispuesto a convidarte a un Winston y darte lumbre a cambio de un poco de aprecio mutuo y conversación.

Otra de las cualidades que quedan claramente patentes en este pedazo de papel que es desde ya nuestra Sábana Santa particular, es la enorme tranquilidad de espíritu que tenía para tomarse su tiempo en hacer una firmita en condiciones. Roman Kukleta era un hombre en paz consigo mismo, que sabía que había tomado las decisiones correctas en su vida, que no tenía nada de que arrepentirse. Lo que se podría definir como “güena gente”.

Si nos fijamos bien la “a” de Roman y la de Kukleta son claramente diferentes. Una es casi poligonal y la otra es modelo espermatozoide. Esto nos dice que Roman era un hombre que gustaba de probar cosas nuevas, quería que su vida fuera una fuente constante de desafíos. Esto explica por qué vino al Betis de aquella época a compartir vestuario con entes como Rodolfo Dapena o Trujillo.

Por último quiero hacer especial hincapié en la “K” mayúscula. ¿No os parece un signo de la victoria? Roman era un triunfador. Un hombre que dejaba huella allá por donde pasaba y que sabía que con el paso del tiempo se le recordaría aún con más cariño. Que todo el mundo al oír su nombre pensaría “je, Kukleta, qué artista”, y les sería imposible no dibujar una sonrisa en los labios. Sí, todo eso quedaba bien patente en ese signo de la victoria que iniciaba su apellido. Eso, o era fan de la serie “V”, que también puede ser.

Roman Kukleta, desde este blog que lleva tu recuerdo grabado a fuego, esperamos que estés compartiendo un Winston con San Pedro y pidiéndole al Altísimo que le eche una manita al Betis, aunque da la impresión de que a este equipo no lo arregla ni Dios.

Con todo el cariño, Roman.

1 comentario:

Rinat Rafaé dijo...

Esto es lo más grande que hemos publicado en el blog. Espero que pronto me enseñes el original para poder tocarlo, olerlo y saborearlo.