viernes, 28 de septiembre de 2012

PERDIENDO HASTA EL FORRO DE LOS COJONES POR UN TRIANGULAR CON EL MOHAMMEDIA

Hoy tenemos el gusto de presentarles una nueva sección de este hogar de perjudicados del fútbol sevillano, nueva sección que permitirá además a los colaboradores habituales de este sinfin de despropositos tocarse los cojones tan tranquilamente, pues en ella no seremos nosotros los protagonistas, si no amigos de esta casa, blogueros o twitteros de reconocido (¬¬) prestigio o moradores de los suburbios más recónditos de la Sevilla que a buen seguro a ningún alcalde  le gustaría mostrar, los que tendrán a bien expresarnos sus sentimientos más colussokukletiles desde su propia óptica. Y en esta última categoría podríamos encuadrar sin ningún tipo de problemas a nuestro primer participe de "La firma invitada", el señor Jeitit de Palanganismo Exacerbado, más conocido en su bitácora como PEX Corresponsalía Santiponce, al que agradecimos a que se prestara a colaborar con esta casa solo hasta que nos envío su artículo, a partir de ese momento solo el miedo a que cualquier día alguien al que no ponemos cara rompa una botella delante nuestra y se nos rebele en un botellón cualquiera amenazandonos con el corte de lo que antes contenía White Label nos hace presentarles este artículo y a continuación podrán comprobar muy bien el por qué de estas palabras. Esperamos que lo disfruten, a nosotros ya nos gustaría... Con todos ustedes el señor Jeitit de Palanganismo Exacerbado 

Me piden un spin-off desde la historia esta de Colussos & Kukletas Ltd. La negativa era la única opción que planteó mi cerebro. ¿Un blog mainstream, que le dan premios porque no cuestiona el statu quo y van de simpaticotes, un sitio de internet donde nunca he visto ni una alusión a la lucha de clases ni a la toma del poder por parte del proletariado? Como si a Ernst Thälmann le pidiera un artículo el Völkischer Beobachter. Sin embargo, lo primero es la disciplina, y la nuestra en el soviet de PEX es férrea. Acepta, me dicen. Infiltración en los medios pequeñoburgueses. Dotar de conciencia de clase a los alienados. Como no soy más que un instrumento insignificante al servicio de un bien mayor, qué coño bien mayor, al servicio del Bien, aquí me tienen.

La angustia, náusea, desesperación y zozobra del hombre en la era post-industrial se canaliza de muchas y variadas maneras. El alcoholismo, la drogadicción, las perversiones sexuales, invertir una tarde de sábado en ir a Ikea, registrarte en el bingo on-line de Belén Esteban, tener un hijo. En verano, en una ciudad desierta, con un equipo más malo que el fijador de Vizcaíno, un pobre chaval de 17 años intentaba exorcizar toda su desazón animando desaforadamente en el ya mítico triangular Sevilla-Málaga-Mohammedia, celebrado el 20 de agosto de 1998, como si aquello fuera la última batalla por la Tierra Media. Símil friki que hago porque conozco el paño en esta bitácora, hago lo mismo en PEX y me expulsan con carácter perpetuo, inmediato e irrevocable. ¿Por qué estaba yo con la vena del pescuezo como la maroma de un barco en un "tres en uno" tan irrelevante? ¿Odio a los mahometanos, que, aparte lo obvio, nos habían encasquetado el año anterior a Rokki El-Rachid, como siempre me gustó llamarlo? ¿Ojeriza a los malagueños por simple reciprocidad? ¿Tumor cerebral? En primer lugar, por ser uno de los especímenes más puros de retrasado mental que pueden encontrarse en esta ciudad, lo que me hace entrar por la puerta grande entre los postulantes a ser el más mongolo del mundo. Esto, unido a una serie de circunstancias concatenadas, me llevaron a esa bochornosa situación. Circunstancias que paso a relatar pormenorizadamente. Que yo no he venido aquí a hablar de fútbol sino a hacer lo que más me gusta: contar mi vida por la cara.

Yo no he sido eso que hoy se llama "ni-ni" en mi puta vida porque vivir con un tigre de Bengala con canas, bigote, cara (y virtudes) de guardia civil destinado en Inchaurrondo en el 77 al que tú llamas "papá" y él te llama, en sus días buenos, tarado los cojones, hace que ni te plantees ciertas alegrías como tocarte los huevos en los meses de verano a pesar de sacar unas notas del copón bendito. Yo curraba recogiendo vasos en un bar. Y he dicho recogiendo vasos. No "relaciones públicas". Una polla relaciones públicas. Recogiendo putos vasos. Hay que ser honestos y llamar a las cosas por su nombre. El del bar conocía mis taras mentales y los días de partido sabía que tenía que llamar a un gitano vecino suyo (el jefe era de la Pañoleta; sí, camaradas, he trabajado para no sevillanos, caiga la deshonra sobre mi cabeza) para que hiciese mi crucial misión que yo llevaba a cabo con singular eficacia. Se acercaba el jueves 20 de agosto y tenía yo en mente llevar al partido a un primo mío que andaría por los 8 años para meterlo en vereda y convertirlo en un hombre de provecho en la fe del sevillismo verdadero. La víspera del partido me despedí de los compañeros hasta el viernes siguiente, contento por el deber cumplido y porque al día siguiente iba a poder emborracharme en la previa, meterle ideas descabelladas en el córtex a un inocente infante sin culpa de nada y ver a mi equipo. Planazo. Tan contento llegué a casa que llamé a mi tía para ver si podía hablar con el chiquillo que, creía yo, estaría viviendo una especie de noche de Reyes en pleno agosto. Llamo y no lo cogen. Vuelvo a telefonear, siguen sin contestar. Le refiero mi extrañeza al coronel Galindo que me responde "si tu tía está en la playa desde ayer y no vuelve hasta el lunes. Tarado los cojones". En El Portil estaban, los hijos de la gran puta. Un mes entero llamando y planeando hasta el último detalle y se van al Portil. Con mi entrada comprada (sí, amigo, tú, que eres joven, crees que los partidos de pretemporada son de abono por decreto. Un carajo de abono. Mil pesetas, un tercio de lo que ganaba al día en el puto antro donde recogía vasos, platos y potas, me costaba ver el triangular de los cojones, a pesar de ser socio) y se van a la playa. Me entró la desesperación y los accesos autodestructivos que a todos nos dan en estos casos de traición con mayúsculas, de puñalada trapera sin contemplaciones. A tal punto llegó mi ira, que llamé a mi chati, que pasaba sus vacaciones en Conil de la Frontera, para irme a echar yo el día a la playa y que le dieran por culo al equipo este de mierda. Me levantaba tempranito, al Prado, empresa Comes, playa, chiringuito, partido cubatero, caminata por el paseo marítimo con una rebequita sobre los hombros comiéndome una tarrina de stracciatella y menta, ración de puntillitas y pollazo. Como sólo trabajaba de noche, me daba tiempo de sobra de estar en Sevilla de vuelta cogiendo el Comes el viernes a mediodía.

Cuando marqué el último número se me empezó a formar una bola en el estómago. Escuchando los tonos de llamada estuve a punto de colgar. Lo coge el padre de la torda. Me la pasa; le cuento la película mientras me daba algún escalofrío en la nuca. Mala señal. "Claaaaaaaro cari empezamos bien, cuántas veces tendré que decirle que no soy un perro ni un canario, que tengo un puto nombre y sirve para algo así nos vemos que te echo mucho de menos. Precisamente hoy me lo comentaba mi madre hostia, verdad, la madre. Noventa y dos kilos en 1,55 metros de pura estupidez. De las que se ríen a carcajadas con Vídeos de Primera dando palmadas como lo que es, una puta foca cuando estábamos en el supermercado, que podías venirte a echar unos díitas. Aquí la tengo, que justo mañana pensaba hacer albóndigas, que le salen muy ricas cojonudas. Hay cosas densas, pesadas, que se repiten, indigestas, las aceitunas por la noche, las transfusiones de pan rallao y después, a muchos kilómetros, las albóndigas con tomate de tu puta madre hasta mi hermano dice que sí, que te vengas no es mal chaval. Típico bético de boquilla soplapollas que ha pisado el Villamarín menos veces que yo, que voy una vez al año y hace ya dos que no aparezco por allí, me cago en De Caldas, Camacho y Dios bendito. Como me diga algo del fichaje de Ratkovic se lleva un silletazo en la cabeza. Bueno, entonces, ¿a qué hora llegarías? Para que vaya a recogerte en el coche con mi padre adiós. El Paco. Un hombre con una memoria prodigiosa para recitarme la alineación del Sevilla que ascendió en el 75 pero con una alarmante laguna para recordar que me la cuenta cada vez que me ve. Puto calzonazos que no va al fútbol porque le dio un jamacuco en un Sevilla-Madrid que nos robó García de Loza. Y qué esperabas con ese equipo y ese árbitro, capullo. Todo el día metido en casa, sin cojones para imponerse a la gorda de la mujer y hacer lo que le gusta, ir al Sevilla, que le dé el aire, cogerla y ancha es Castilla. Que te queda ya poco, Paquito, y lo que no saques ahora no lo vas a tener más. Cojones a la vida, hostias. Valiente mamón. Illo, no vayas. No vayas a Conil y vete al fútbol. El Sevilla-Malaga-Mohammedia es un momento crucial en tu vida, hazme caso. Se decide tu destino. El resto de tu existencia depende de este instante. ¿Qué quieres ser, un Paco de la vida, un pringao sin huevos, que vive mangoneado por una gorda y dos niñatos idiotas y egoístas? Tú no eres el Paco, tú tienes dos cojones como dos castoras. Venga, cabrón. Que les den por culo a todos y ve a ver a tu equipo con todos los colgaos. Que esos sí que te quieren de verdad. No vayas a Conil. No-vayas-a-Conil ¿Oye? No sé, creo que se ha cortado... Que cuándo llegas. ¿Me oyes?". Vuelvo en mí y respondo: "sí, sí; sigo aquí. Mira, mejor vamos a hacer otra cosa. Te vas a ir al carajo tú y todos los mongolos que estáis allí. Yo me voy a ver al Sevilla. Y no por tener la entrada pagada, que también, sino porque no os soporto más. Creía que sí, pero habrá sido la distancia. Ea, nos vemos". Cuelgo, voy al salón y veo a mi viejo mirándome con la misma expresión que puso cuando llegué del colegio con la medalla que me acreditaba como artífice del triunfo de mi clase en el campeonato de futbito de la semana de Andalucía inter-5ºs de EGB y el orgullo le llenaba los cojones. Media sonrisa, ojos muy abiertos, completamente vuelto hacia mí. Ni cuando le dije que me había sacado la carrera volvió a mirarme así. "Hijoputa" me dice. "Y yo que creí que eras gilipollas integral. Baja al kiosko del Bigote, que ese tiene abierto todavía fijo, y trae seis litronas (mi viejo era un clásico) que nos vamos a poner ciegos. Ole los cojones de los tíos ahí".


Así que ahí estaba yo, con una tajá como un mulo, el 20 de agosto de 1998, enervado por el alcohol, el sevillismo, los colegas, mi pedrada en la cabeza y la eufórica desesperación del que sabe que ya no tiene nada que perder. Encima, el primer partido era el de los moros contra el Málaga, por lo que tenía 45 minutos más de tiempo para seguir cogiéndola. En fondo me tuve que poner porque los goles estaban en obras para colocar los asientos. Primer partido, contra el perdedor del primer encuentro, el Mohammedia. Cuatro les cascamos a los marroquíes. Jesuli, Juric y dos de don Basilio Tsartas. A cada gol me caía encima de una señora que tuvo la desfachatez de situarse delante mía. Todavía no sé cómo aguantó ella los 45 minutos, cómo aguanté yo sin vomitar y cómo aguantaron sus acompañantes sin darme una hostia. El Málaga le había ganado 1-0 al Mohammedia, con lo que el empate era suficiente para llevarnos el torneo. Es mi equipo y lo conozco como si lo hubiera parido. Más entonces. Cuando empezaron a ganar títulos ocho años después de aquella tarde lo miraba raro. Pero en el 98 éramos el Sevilla Fútbol Club, con todas las letras y todo lo que implicaba. Nunca me ha dado una alegría en un momento de bajón. Nunca. Así que sabía que palmábamos, a pesar de la ventaja y de que debutaba en este segundo partido, ahora sí, don MiloradRatkovic. Como le pasaba al niño de ET con el bicho repugnante aquel, si yo estaba de bajona, el equipo era una malva. Si yo me salía del pellejo, él me correspondía. Una especie de relación simbiótica. Esto da una idea de la infancia y adolescencia de mierda que tuve, claro. Perdimos, por supuesto. El equipo estaba más desfondado que su puta madre y empezábamos la Liga en breve.

Al día siguiente llegué al curro con cara de no-me-toquéis-los-cojones-que-sabéis-que-me-cago-en-vuestros-muertos. Mientras estaba en la cocina, me llama un compañero. Hay un tal Paco ahí fuera que pregunta por ti. Cojonudo. Estamos en Segunda, me da que por varios años, me he quedado sin parienta, a mi primo de 8 años más vale que lo aficionen al Caja porque yo no llevo más a esa maricona a ningún sitio y ahora van a proceder a partirme la cabeza. Y con toda la razón del mundo.
Artículo cortesía de Jeitit

7 comentarios:

Rinat Rafaé dijo...

Desde luego solo podemos rendirnos ante el arte con el que nuestro invitado nos cuenta su traumática experiencia, al final te suda la poya el partido, el Mohammedia, Rokki, que sea un blog de fútbol y su puta madre y te metes en la historia como si fueras una maruja con un libro de Corín Tellado entre manos (incluso he pensado en hacer albóndigas para mañana.)

Gracias de nuevo por aceptar nuestra invitación!

Anónimo dijo...

lo mejor que ha aparecido en este blog en su historia.

Señor dijo...

jajajaja, está simpática la historia, todo sea por ver al Mohammedia en directo!

Dani dijo...

Dios, la sonrisa que tengo de oreja a oreja ahora mismo no me la quita nadie en unas horas.

Anónimo dijo...

El invitado ha puesto el liston tela de alto. Descojonante. He empezado a seguir su blog.

AlaorilladelrioBetis dijo...

jajaja, que bueno, es tremendo

dami fernández dijo...

He de reconocer que al principio, entre no saber de qué iba el rollo de la sección y que el texto me pareció demasiado largo, solo fui leyendo frases sueltas, pero ellas me hicieron apreciar la calidad redactora del amigo y así leer la historia completa (3 veces en dos días). Después de hacer acto de contrición escribo para felicitarles, al escritor de la entrada y a ustedes por hacer esta sección.